lunes, 1 de agosto de 2011

Durante ordenación, Nuncio exhorta a Mons. Crispín a ser maestro en la fe en medio de éste mundo tenso y contradictorio

Al mediodía del pasado jueves 28 de julio, en la Basílica de Guadalupe se llevó a cabo la ordenación episcopal de Monseñor Crispín Ojeda Márquez, quien ahora será Obispo Auxiliar en la VI Vicaría de la Arquidiócesis de México.

En la celebración, luego de leerse el Evangelio, se presentó ante el Nuncio Apostólico en México, Mons. Christophe Pierre; el Obispo de Colima, Mons. José Luis Amezcua; y el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, el mandato apostólico en el que el Santo Padre autorizó que el presbítero Crispín Ojeda fuese nombrado obispo auxiliar para la Arquidiócesis de México.

Ya en la homilía, el Nuncio saludó a los Obispos y Arzobispos presentes, en particular a “Monseñor José Luis Amezcua, que viene para ofrecer uno de sus sacerdotes a ésta Arquidiócesis, acompañado del clero de Colima y de muchísimos fieles”.

Seguidamente, Mons. Pierre recordó las palabras que Jesús dirigió al apóstol Pedro, “pero que hoy resuenan en ésta Basílica, dirigiéndose a monseñor Crispín: `me amas más que estos´”. Así explicó que “dirigiéndose a los doce les advirtió `el que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí´; palabras de vida eterna que revelan el grado de intimidad que Jesús reclama del pastor y que se manifiestan como condición indispensable para que coherente y verdaderamente, el obispo asuma en plenitud el proyecto de Jesús a favor de los hombres”.

Continuando con su reflexión, aseguró que ésta es una pregunta muy comprometedora “y la respuesta hay que darla, la llamada está hecha y la respuesta no puede retardarse, hay que darla más que con los labios, con la vida misma”, pero siempre con convicción y valentía, ya que la vocación y la tarea del obispo es apacentar al rebaño de Cristo, pues está “llamado a ser y a hacer, en la plenitud del sacerdocio y como sucesor de los apóstoles”.

Luego indicó que en el Evangelio se percibe “el compromiso de Jesús con su Iglesia y con sus ovejas”, y que el obispo, al ser reflejo de Cristo en el mundo, está llamado a identificarse con Él, lo que ciertamente “no es una tarea fácil, requiere de probar la fidelidad, perseverancia y sacrificio, renuncia y valentía y sobre todo de amor total. Para Dios nada es imposible, y en Él tenemos y ponemos la propia existencia”.

Por último, Mons. Pierre exhortó al nuevo obispo, a ser “en medio de éste mundo tenso, contradictorio y vacilante, se maestro de fe, de esperanza, de caridad, enseña con tus palabras, pero sobretodo con el ejemplo de tu vida, para que las ovejas que el Señor te encomienda, escuchen efectivamente tu voz, y mirando a ti den sí al Buen Pastor”.

“Entonces graba en tu mente y en tu corazón, y pon ante tus ojos querido hermano, el llamado que hoy te hace el Señor”, concluyó.

Después de imponérsele las manos, el Cardenal Norberto le entregó a Mons. Crispín Ojeda, el libro de los Evangelios, el cual manifiesta que la función principal del Obispo es la predicación fiel de la palabra de Dios. Además le dio un anillo, que expresa la fidelidad a la Iglesia, esposa Santa de Dios. En la cabeza se le colocó la mitra, reflejo del deseo de alcanzar la santidad; y el báculo pastoral, señal de la condición que se le ha confiado, de regir y guiar a la Iglesia.

Antes de que la celebración finalizara, Monseñor Crispín agradeció “con todo el corazón” a Dios y al Papa Benedicto XVI “por haber depositado su confianza en mí, al elegirme para el orden de los obispos”; además dio gracias a Mons. Christophe Pierre por haberle notificado sobre la decisión del Papa respecto a su nombramiento, y también saludó a toda la Arquidiócesis Primada de México, en especial a la VI Vicaría Episcopal “San José”.

Después manifestó, recordando las palabras de la Virgen María, que “con ésta misma actitud de adoración y de ofrenda, de disponibilidad y de solidaridad, quiero iniciar hoy con el auxilio del Espíritu Santo, mi nuevo servicio pastoral en ésta querida Arquidiócesis de México”.

Al respecto de su programa pastoral, aludiendo a las palabras del beato Juan Pablo II dijo “es el de siempre, recogido en el Evangelio y la tradición viva, se centra en definitiva en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar. El programa no cambia, pero es necesario adaptarlo al tiempo, a la cultura y a las condiciones de cada comunidad”.

Y al igual que San Agustín de Hipona, pidió a los fieles que le ayuden “a ser, en medio de ustedes, un signo vivo del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”, invitándolos a orar por él para que Dios lo socorra en su “pesada, pero hermosa encomienda”.

Monseñor Crispín Ojeda Márquez nació el 19 de noviembre de 1952, en Tecomán, Colima. Ingresó al Seminario Diocesano de Colima el 1 de septiembre de 1964. Fue ordenado Presbítero el 27 de diciembre de 1979, en Tecomán, por el entonces Señor Obispo de Colima, Mons. Rogelio Sánchez González.

Estudió la Licenciatura en Filosofía en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, siendo alumno del Pontificio Colegio Mexicano (1 septiembre 1990- agosto 1992). Fue rector y profesor en el Seminario Diocesano de Colima, y al mismo tiempo Moderador de la Comunidad de Filosofía y Prefecto de Estudios del mismo Seminario. También se desempeñó como Secretario y Prefecto de Estudios del Pontificio Colegio Mexicano en Roma, Italia.

Además ha sido Coordinador de la Pastoral Juvenil Diocesana, Coordinador del Secretariado de Asociaciones y Movimientos Apostólicos de la Diócesis, Coordinador de la Zona Pastoral Centro, miembro del Consejo Diocesano de Órdenes y Ministerios y Coordinador de la Comisión Diocesana de Arte Sacro.

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