martes, 26 de noviembre de 2013

EL ADVIENTO

EL ADVIENTO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Así como el Año Civil inicia concluye el 31 de diciembre y comienza el 1 de enero, así el Año Litúrgico concluye el sábado siguiente del Domingo de Cristo Rey (que en el 2013 fue el 24 de noviembre) y comienza con el Primer Domingo de Adviento (1 de diciembre del 2013). 
La palabra Adviento viene del latín y significa “venida”, “llegada”. El color litúrgico que se usa es el morado. El adviento inicia cuatro domingos antes del 24 de diciembre y prepara el tiempo litúrgico que la Navidad, cuyo color es blanco.

El Adviento, en cuanto preparación, no es tan festivo como la Navidad, por lo que nos invita a la reflexión, a la penitencia y a la conversión, por eso el color morado. Durante este tiempo no se reza el Gloria. La sobriedad de este tiempo es interrumpida por las festividades del 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción y el 12 de diciembre en que celebramos las apariciones de santa María de Guadalupe.

El Adviento, consta de dos partes, una que concluye el 16 de diciembre en la que se nos invita a reflexionar sobre la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo al final de los tiempos y la semana que va del 17 al 24, que nos prepara más directamente a celebrar la Navidad, es decir el nacimiento de nuestro Redentor.

Los modelos del Adviento son profetas del Antiguo Testamento, Juan Bautista y la Virgen María, quienes nos ayudan a prepararnos a la Navidad. El Papa Paulo VI considera este tiempo en sintonía con la espera de la Virgen María, en espera del nacimiento de su Hijo. Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías.

Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a los fieles para ayudar a preparar nuestro corazón al nacimiento de Jesús.

En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas nos exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.

Tanto el tiempo del Adviento como el de la Navidad, cuentan con elementos paralitúrgicos muy interesantes que ayudan a la convivencia familiar y a la oración en familia. Durante este periodo se ponen los nacimientos y se vive el novenario de oración que da origen a las “posadas”. Es también la temporada del Árbol de la Navidad y de la Corona de Adviento, además de la consabida compra de regalos que se intercambian en el día de la Navidad, conmemorando el mejor regalo que Dios ha dado a la Humanidad, que es su propio Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.

Puedes ampliar información y encontrar temas relacionados con el Adviento en:
http://www.aciprensa.com/fiestas/Adviento/tiempo.htm

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YO SOY DE CRISTO REY

YO SOY DE CRISTO REY

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 24 de Noviembre del 2013. FIESTA DE CRISTO REY
Evangelio: Lucas 23, 35-43. En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: "A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido." Se burlaban de Él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: "Si eres Tú el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo." Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el Rey de los Judíos." Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: "¿No eres Tú el Mesías? Sálvate a Ti mismo y a nosotros." Pero el otro lo increpaba: "¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibirnos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada." Y decía: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino." Jesús le respondió: "Te lo aseguro: hoy estarás Conmigo en el paraíso."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. Jesús, la muchedumbre y los dos ladrones, crucificados al lado del Señor, son los personajes principales. Dos veces le dicen a Jesús, “sálvate a Ti mismo”. Al “ladrón arrepentido, en ese instante le dará la salvación.

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, la salvación que Tú me das, no es sólo para cuando yo muera, cuando me introduzcas de pleno en la vida Eterna, sino que también es salvación para mi hoy, para este día. Cada día, Tú me das la Vida Nueva. Para recibirla, el requisito es no quedarme quejando de todo, culpar a otros o culparme a mí de lo que pasa, sino mirarte a Ti y decirte, “acuérdate de mí”, perdona mis pecados; fortaléceme, ilumina mi inteligencia, dame tu paz. Eso basta para que tu amor redentor me cubra con tu mirada y pueda escuchar que me dices “hoy y siempre estás conmigo”. ¡Qué alegría, Señor, reconocer tu presencia; qué felicidad y paz me da reconocer que estás junto a mí!

CONTEMPLACIÓN: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre se nos da todo Él, para que tengamos vida en Él. Él es el centro de todo cuanto existe y ciertamente las cosas, las plantas y los animales no tienen conciencia de ello, solo el hombre, creado a imagen de Dios es consciente de su existir. Jesucristo es el centro de la humanidad entera y de cada hombre. Muchos ignoran esta verdad. Jesús es el centro de la Iglesia y de cada bautizado y hay quienes viven como si Él no los hubiera redimido. Jesús es el centro de todos aquellos que lo reconocen como Rey y Señor y se dejan amar por Él y lo aman y lo dan a conocer y amar. ¿En qué categoría me sitúo yo?

El llamado “buen ladrón” reconoció la dignidad de Jesucristo y su propia miseria y la de todos los que estaban alrededor de Jesús. Ellos tenían el poder, la fama, el placer, el dinero, el pecado, la injusticia y el odio. Jesús tenía el amor, el perdón, la libertad, la paz. Y este Señor de Señores, este rey de Reyes, el justo e inocente por antonomasia; estaba al lado del “buen ladrón”, a la altura de su rostro. Lo podía ver, lo podía escuchar y se dejó amar por Él. Por eso, ante la mirada pura y amorosa de Jesús, el “buen ladrón” reconoció que no podía quedarse como estaba, lleno de cuestionamientos y de rencores, lleno de superficialidades y banalidades, por eso, porque no se sintió juzgado ni rechazado, sino amado, al dirigirse a nuestro Señor, le dirá “acuérdate de mí”, y en una visión que trasciende su paso por esta vida, añadirá “cuando estés en tu Reino”.

La respuesta que recibe el “buen ladrón”, nunca la imaginó, incluso podría haber pensado que dado su condición pecadora no sería escuchado; pero estaba equivocado. Dios oye la oración de todos, especialmente la del que sufre o tiene un corazón arrepentido. Por eso la respuesta de Jesús, en ese instante cambiará la vida del “buen ladrón”, quien en ese momento recibe la Vida Nueva, que le da paz, en espera de su muerte, pues sabe que también recibirá la Vida Eterna.

¿Cuáles fueron las palabras que el Señor Jesús le dijo a este hombre que había sido condenado por sus delitos: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. La salvación que Jesús da al mundo, no es sólo para cuando muramos, sino para nuestro “aquí y ahora”. La presencia redentora de Jesús nos da la Vida Nueva, que nos da paz y felicidad, frutos de la seguridad de saber que Él nos ama y nos perdona, y que está siempre a nuestro lado, tanto en los momentos alegres, como en los difíciles.
En la medida en que haga conciencia de la presencia de Jesucristo, en mi vida personal, familiar, social y el mundo entero, podre participar de la alegría de estar ya, cada día y a cada instante, en el “paraíso con Jesús”. 
Gozoso de la presencia de Jesús en mi vida y reconociendo su amor redentor, en todo instante procuraré contemplar su rostro y estar atento a sus palabras. Una y mil veces le diré: Jesús “acuérdate de mí”, seguro que una y mil veces escucharé su respuesta llena de amor “hoy estarás conmigo en el paraíso” y ¿qué es el paraíso? sino ¡la gozosa certeza de estar en el corazón amoroso de Jesús! Jesucristo, con su encarnación, muerte y resurrección se nos da para que seamos de Él, la aceptarlo en mi corazón Él es mío y yo soy de Él, por eso, lleno de júbilo, hoy y siempre proclamaré que ¡YO SOY DE CRISTO REY!

ACCIÓN: Para estar constantemente en la presencia de Jesús, tengo que acostumbrarme a buscarlo donde Él está: en la Sagrada Escritura, en la Eucaristía, en la Confesión, en la oración, en el amor al hermano, en el esfuerzo diario de la vida. Para sensibilizarme de esta realidad, reforzaré mis encuentros con Él en la Misa Dominical, en las diversas acciones de servicio y la oración del Rosario, la Coronilla y en las consagraciones a la Virgen María, al Sagrado Corazón de Jesús o a Cristo Rey, etc.

Si quieres puedes consagrarte a Cristo Rey con la siguiente oración o alguna otra:
Cristo Jesús, te reconozco como Rey del Universo, pues por Ti, en Ti y para Ti ha sido creado todo cuanto existe. Consciente de esta realidad y de que me has redimido, libremente te entrego cuanto tengo y cuanto soy, y te declaro mi Rey y Señor; por lo que renovando mis promesas bautismales, también renuncio a Satanás, a todas sus seducciones y a todas sus obras. Prometo esforzarme en vivir como buen cristiano, a estar atento a las necesidades de mis hermanos, especialmente de los más desvalidos y como discípulo y misionero, a trabajar, en comunión con la Iglesia Católica, por la instauración de tu Reino de amor, en el corazón de los hombres, de las familias, de México y del mundo entero, para que vivamos en la justicia y la paz y podamos alcanzar la Vida Nueva y la Eterna que Tú nos das. ¡Viva Cristo, mi Rey! ¡Viva Cristo, nuestro Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!


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SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

SEÑOR, TÚ ESTÁS JUNTO A MÍ, YO QUIERO ESTAR JUNTO A TI.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 17 de Noviembre del 2013. XXXIII Domingo Ordinario
Evangelio: Lucas 21, 5-19. En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido."Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?"Él contesto: "Cuidado con que nadie les engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida."Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso les echarán mano, les perseguirán, entregándoles a las sinagogas y a la cárcel, y les harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendrán ocasión de dar testimonio. Hagan propósito de no preparar su defensa, porque Yo les daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario suyo. Y hasta sus padres, y parientes, y hermanos, y amigos les traicionarán, y matarán a algunos de ustedes, y todos les odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de su cabeza perecerá; con su perseverancia salvaran sus almas."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.

MEDITACIÓN. En este pasaje el personaje central es Jesús y su auditorio, probablemente no son solo sus apóstoles y discípulos, sino también aquellos que no lo conocían a Él. Todos estaban admirados, con justificada razón, de la grandiosidad del Templo de Jerusalén y de lo que el ser humano es capaz de hacer cuando pone a trabajar su ingenio y desarrolla su capacidad para construir algo que no existía, transformando la naturaleza. Jesús ubica a todos, les recuerda también la existencia de desastres y a los creyentes, les fortalece para cuando a aparezcan calamidades en su vida.

Hoy también, ante los avances de la ciencia y la tecnología, ante las grandes construcciones y capacidades humanas; ante la posibilidad de acortar las distancias físicas a través de vehículos y vías de comunicación o de medios para transmitir mensajes y noticias, que hacen que casi instantáneamente lo que sucede en un lugar, lo sepan quienes viven en el otro extremo del mundo, o que se puedan realizar viajes más allá de nuestro planeta, y otras proezas más, algunos se quedan admirados por los alcances humanos y en ellos ponen su seguridad, olvidándose de la temporalidad de las cosas y de los límites de la propia vida.
El Templo de Jerusalén, que tanto admiraron los contemporáneos del Señor Jesús, cuarenta años después, alrededor del año 70, fue destruido. Lo que el hombre de hoy contempla como extraordinario, también en poco tiempo será superado y olvidado; recordado quizá por algún vestigio que hubiera quedado. Nótese que no dije destruido, aunque también podría suceder. Un ejemplo, la comunicación a distancia que primero se valió de señales de humo, luego de las postas de correo, superadas por el telégrafo y la radio, el teléfono de disco, el digital y ahora por el celular. Ejemplos de desaparición o destrucción las grandes culturas egipcias, griegas y precolombinas, entre otras.

Pero más allá de lo que podríamos pensar sobre los avances de la humanidad, las palabras del Señor Jesús, nos invitan a la reflexión personal, en nuestro aquí y ahora. Él nos invita a reflexionar sobre nuestra vida y lo efímero de la alegría y la gloria humana, así como lo pasajero de las cosas que pueden entristecer nuestro corazón. ¿Vivo asombrado por todo lo que me rodea? ¿Vivo con miedo por lo que veo en mi entorno? ¿Mi seguridad está puesta en lo que he logrado o lo que tengo? ¿Me siento inseguro porque considero que es poco lo que he hecho en esta vida? ¿Me espanto ante el menor problema? o ¿me espanto cuando alguien me dice que se va acabar el mundo? ¿En qué o en quién tengo puesta mi confianza?

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor Jesús, al entrar en mi corazón me encuentro con sentimientos ambivalentes que levantan mi ánimo y poco después me llevan a la tristeza o a la desesperación. Pero hoy te pido la gracia de estar consciente de tu presencia a mi lado, de tal manera que ni las tristezas ni las alegrías me aparten de Ti. Quiero pedirte la gracia de estar siempre junto a Ti y que Tú seas el punto de referencia para revisar y realizar mi vida. Que nunca me detenga por el mal o por el miedo que éste engendra, sino que la seguridad de que estás conmigo me mantenga con paso firme para hacer el bien. Señor sé que estás junto a mí, quiero sentir tu presencia para tener paz y que nada ni nadie me separe de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

CONTEMPLACIÓN: En la vida tengo momentos alegres y momentos tristes. En los alegres quizá no me acuerdo de Dios y me alejo de Él. No soy malo, sólo soy distraído. En los momentos difíciles quizá también me separo de Él, pensando que estoy solo, que Dios no me ama o que me castiga. Entonces, bajo las tinieblas de la desesperación, busco mis propias soluciones, actúo violentamente contra todos, incluso contra Dios, busco la forma de resolver los “problemas “a mi manera, haciéndolos más grandes o cayendo en manos de charlatanes que me ofrecen paz, dinero, amor, fama, a cambio de hacer cosas que me alejan de Dios.

Señor Tú, me ofreces tu compañía y la fuerza de tu Espíritu Santo; dame de la paz que sólo Tú puedes dar y que proviene de tu presencia. Enséñame a no desesperarme y a buscar la solución de lo que atemoriza, a la luz de tu amor. Señor ayúdame para que ni siquiera las alegrías me separen de Ti. Señor, Tú estás junto a mí, yo quiero estar junto a Ti.

ACCIÓN: En todo momento procuraré están en la presencia de Dios, en los momentos alegres y en los tristes o difíciles. Todo pasa, sólo permanece para siempre, Jesús junto a mí. 

Si quieres, aprende este canto:

Cristo está conmigo, junto a mí va el Señor; me acompaña siempre, en mi vida hasta el fin.
Ya no temo, Señor, la tristeza, ya no temo, Señor, la soledad; porque eres, Señor, mi alegría, tengo siempre te amistad. 
Ya no temo, Señor, a la noche, ya no temo, Señor, la oscuridad; porque brilla tu luz en las sombras, ya no hay noche, Tú eres luz.
Ya no temo, Señor, los fracasos, ya no temo, Señor, la ingratitud; porque el triunfo, Señor, en la vida, Tú lo tienes, Tú lo das.
Ya no temo, Señor, a la muerte, ya no temo, Señor, la eternidad; porque Tú estás allá esperando que yo llegue hasta Ti.
Ya no temo, Señor, los abismos, ya no temo, Señor, la inmensidad, porque eres, Señor, el camino y la Vida, la Verdad.

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lunes, 11 de noviembre de 2013

DISFRUTEMOS DE LA PRESENCIA DE JESÚS.

DISFRUTEMOS DE LA PRESENCIA DE JESÚS.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Evangelio del domingo 10 de Noviembre del 2013. XXXII Domingo Ordinario
Evangelio: Lucas 20, 27-38: En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella."Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para Él todos están vivos."
LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.
MEDITACIÓN. En este pasaje los personajes principales son Jesús y los Saduceos. El tema central es la declaración de Jesús: “Dios es Dios de vivos, porque para Él todos están vivos”. En tiempos de Jesús entre los judíos había dos tipos de personas religiosas, los fariseos y los saduceos. Como lo señala el Evangelio, estos últimos no creían en la resurrección y su vivencia religiosa era más superficial, mientras que la de los fariseos era más rigorista. Ni unos ni otros comprendían la resurrección, tenían sus propias ideas y en ese terreno discutían. Sin darse cuenta se separaron de Dios, el cual no era importante como tema sino las normas que cada uno quería imponer sobre los demás: Lo más significativo para ellos era ver quien tenía la razón. 
El Señor Jesús nos revela, el significado de la vida nueva, de la eterna y de la resurrección, no con palabras, sino con hechos, resucitando Él mismo. 
Sobre el tema “del más allá”, en todas las religiones encontramos opiniones: que si “todo se acaba al morir”, que si “volvemos a la energía cósmica”, que si “las almas quedan vagando”, que si “regresan a comerse los tamales de las ofrendas”, que si “reencarnamos”, que si seguimos “viviendo en otras dimensiones”, etc. Así, muchas personas viven divididas con los demás, pues su discusión no parte de hechos concretos, sino de ideas.
Cristo Resucita, como signo de su divinidad, por lo que siendo Dios, nos ama, nos da la vida biológica, la vida nueva aquí en la tierra, y cuando morimos, también la Vida Eterna, pues nos llama a la resurrección, porque ES DIOS DE VIVOS. El Señor Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre; en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. En cuanto hombre, al encarnarse en la Virgen María asume todas nuestras limitaciones, incluida la de la muerte, pero en cuanto Dios, trasciende todas nuestras limitaciones, incluida la muerte, RESUCITANDO.
Los saduceos y fariseos, están junto al Señor y dador de Vida, pero en lugar de disfrutar de su presencia le “plantean problemas”, para ver si “los convence”. Los saduceos, ciertamente tienen conciencia de estar junto a “un gran hombre”, si no, no lo cuestionarían. Tienen dudas, buscan respuestas y esto es razonable, pues Dios no quiere que nuestra fe sea irracional, pero lo grave es que en lugar de querer cambiar de vida e imitar a Jesús, para tener su paz y cercanía con Dios, pretenden permanecer en sus estilos de vida. Cuestionan a Jesús, porque lo consideran mejor que ellos, pero en lugar de imitarlo y crecer en su experiencia de Dios, pretenden que Él sea uno más de la masa; que con su testimonio no cuestione a nadie, que con su Palabra a nadie instruya y que con su presencia y amor a nadie libere del pecado, ni a nadie le dé felicidad y la Vida Eterna.
En ocasiones esto nos pasa también a nosotros, tenemos a Jesús en su Palabra, en los sacramentos, en la Misa, en la Iglesia, en el sacerdote, en el pobre, en el cónyuge, en el hijo, en el hermano, en el amigo, en el que está cerca y en nuestro corazón: pero en lugar de escucharlo, amarlo, alimentarnos de Él y dejarnos amar por Él, nos quedamos en nuestro “intelectualismo”, nuestra “increencia”, nuestra duda o en el qué dirán.
Cuando estamos en la playa, ciertamente podemos quedarnos en la discusión de la causa del azul del mar y del cielo, el por qué de las olas y su ruido, del origen del sol y de muchas cosas más, o también podemos contemplar el paisaje, disfrutar del momento y dejar que todo esto nos llene de paz.
La experiencia de estar con Dios, ilumina nuestra fe, guía nuestra esperanza y fortalece nuestra caridad. Digamos CREO y sigamos a Jesús, dejemos que su presencia nos llene de amor y hagámonos conscientes de lo que sucede en nuestro corazón y notaremos lo diferente que es dejarnos abrazar por el amor de Jesús, a quedarnos, desde lejos, “intelectualizando” sobre lo menos importante y que nos impide experimentar su presencia transformadora de nuestra vida y liberadora de todo lo que nos oprime. DISFRUTEMOS DE LA PRESENCIA DE JESÚS.
Él se está verdadera, real y sustancialmente presente en la Hostia Consagrada, búscalo y encuéntralo. Él te espera, disfruta de su compañía y déjate amar por Él.
ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor, al igual que tus contemporáneos, muchas veces me enfrasco en discusiones que lo único que hacen es distraerme y alejarme de tu amor. A veces, incluso, parece que mi oración es para que me convenzas. Señor, dame un corazón sencillo que te busque y encuentre en las cosas ordinarias de la vida, en el servicio a mis hermanos y que disfrute de tu presencia y amistad, para que pueda compartir el amor que me das, con todos los que me rodean. Señor, quiero ser como Tú, como la Virgen María, como los santos que te han seguido.
CONTEMPLACIÓN: Cuántas veces me he quedado en discusiones personales con otras personas, en un diálogo intelectual o de argumentos sin fundamentos, relacionándonos en lo superficial del mundo de las opiniones y no he llegado a su corazón ni he dejado que ella toque el mío. ¿Cuántas veces pienso que me pongo en oración y en lugar de hacer silencio para escuchar a Dios, me quedo con mi opinión, mis cuestionamientos o mi enojo, sin escuchar a Dios y disfrutar su presencia. Que tengo confusiones, que tengo problemas, que racionalizo o sé que pensar, pues no tengo soluciones, eso Dios los sabe y por lo mismo muchas veces puede ser inútil el que yo se lo diga, cuando lo más importante es saber ponerme delante de Él, junto a Él y disfrutar de su presencia.
ACCIÓN: Me esforzaré por ponerme delante de Jesús Eucaristía, en silencio, sin prisas, sin decirle nada o quizá dejando que después de un momento de verborrea intelectual o sentimental, me quede junto a Él, como el hombre sencillo del que habla el santo Cura de Ars, quien le dijo que al ponerse ante el sagrario, “sólo miraba a Jesús y dejaba que Él lo mirara”.


Si quieres, delante de Jesús Eucaristía repite esta oración de santa Teresa:
Nada te turbe, 
nada te espante; 
todo se pasa,
Dios no se muda. 
La paciencia,
todo lo alcanza; 
quien a Dios tiene 
nada le falta: 
Sólo Dios basta
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OCHO FRASES PARA HACER MEJOR ESTE MUNDO Y CRISTIANIZARLO

OCHO FRASES PARA HACER MEJOR ESTE MUNDO Y CRISTIANIZARLO

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Todo por Cristo, con Él y en Él.. Porque Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, POR ÉL podemos hacer todo para Gloria del Padre y bien de nuestros hermanos. CON ÉL, nuestro diario vivir anticipa el Cielo en el mundo y lo mejora, y EN ÉL tenemos la oportunidad de divinizar todo lo humano, ser santos y llegar al Cielo.

En Cristo, el pensamiento más sencillo, la palabra más simple, la más pequeña acción, tiene una dimensión celestial; transforma a la persona, a la humanidad y al universo mismo. A continuación te presento ocho frases que son sabias e importantes para mejorar la relación con uno mismo y con los demás. Si las arropamos en el AMOR DE CRISTO, tienen dimensión de eternidad.

1. SONRÍE, DIOS TE AMA. Dios que te ha creado, te ha salvado y dado nueva vida, que perdona tus pecados y te espera en el Cielo, TE AMA, déjate amar por Él.

2. TE AMO. Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga "te amo". Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado.

3. ¡TE ADMIRO! En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento. Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada. ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien?

4. ¡GRACIAS! No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un "¡gracias!", no en forma mecánica sino con pleno calor humano.

5. PERDÓNAME EN CRISTO, ME EQUIVOQUÉ: Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: "perdóname, me equivoqué".

6. AYÚDAME EN CRISTO, te necesito: Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. ¡Pide ayuda!, que también son muy importantes las palabras.

7. ¡TE ESCUCHO, HÁBLAME DE TI!: ¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: "¿háblame, qué te pasa?". Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan solo escuchásemos lo que nos tratan de decir

8. ¡ERES ESPECIAL: Es importante que a tus seres queridos les hagas saber cuánto significan para ti.


Frente a un espejo, repite estas frases y dirígelas a ti, reflexiona y aprópiate de tus sentimientos, verás que tu vida cambia y que vale la pena hacer todo POR CRISTO, CON ÉL Y EN Él y compartir esta experiencia con aquellos que te rodean.
Adaptación do de “Siete frases para mejora la familia”.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LOS TRES NIVELES DE LA IGLESIA

LOS TRES NIVELES DE LA IGLESIA

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz

Hoy celebramos a todos los santos y mañana oramos por todos los fieles difuntos. Esto nos lleva a reflexionar en la realidad de LA IGLESIA QUE ES UNA y tiene tres niveles. 
Vivimos y realizamos la "comunión de los santos", los que estamos en la tierra (Iglesia peregrina), los que ya murieron y todavía no están en el Cielo (Iglesia purgante) y los que ya disfrutan de la visión de Dios (Iglesia triunfante). ). Oramos unos por otros, en los diversos niveles y en la tierra, de manera necesaria, establecemos lazos espirituales y materiales de ayuda mutua y solidaria. 
Vivimos la común-unión de los santos porque “La Resurrección de Cristo, establece un vínculo indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las almas del Purgatorio y los que ya están en el Cielo, y nos unimos ayudándonos unos a otros” (PAPA FRANCISCO. Audiencia General. 30-oct-2013).
Los que formamos la iglesia somos una gran familia, centrada en Cristo y por eso oramos unos por otros y mutuamente nos ayudamos. 
Esta realidad hace que estos dos días (1 y 2 de noviembre) vivamos con mayor conciencia el término de la “comunión de los santos”.
El término “comunión de los santos”, lo entendemos mejor cuando reflexionamos lo dicho por el Papa Francisco, en la audiencia papal del 30 de octubre del 2013, donde destaca tres aspectos: (1) La comunión entre personas santas –por el bautismo- (2) centrada en Jesucristo, (3) nos hace familia. “Hoy quiero hablar sobre una realidad muy bella de nuestra fe: “la comunión de los santos”. Esto significa comunión entre las personas santas. 
Existe una comunión de vida entre nosotros los que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él por el Bautismo. 
La relación entre Jesús y el Padre es el modelo de este fuego de amor. 
Y la “comunión de los santos” es una gran familia. Todos nosotros somos familia, una familia donde todos procuramos ayudarnos y sostenernos entre nosotros. Podemos hacernos esta pregunta: ¿Sabemos compartir las inseguridades de nuestro camino de fe buscando la ayuda de la oración y del consuelo espiritual? ¿Escuchamos y ayudamos a los que los nos piden está ayuda?”

Ofrenda Templo Expiatorio a Cristo Rey



VEN Y VISITA LAS MÁS DE DOSCIENTAS RELIQUIAS QUE TENEMOS EN EL TEMPLO EXPIATORIO ACRISTO REY. JUAN PABLO II, TERESA DE CALCUTA, M. MARÍA INÉS, P. PIO, SAN FRANCISCO, SNTA TERESA, SAN JUAN DE LAS CRUZ, SANTA CLARA Y MUCHAS MÁS.
TAMBIÉN TENEMOS LAS TRAICIONAL OFRENDA DE MUERTOS, COMO MANIFESTACIÓNN DE NUESTRA ESPERANZIA EN LA RESURRECCIÓN,
Todo listo para mañana la veneración de las más de 200 Reliquias de los Santos y Beatos y nuestra ofrenda doble a los niños no nacidos y a los difuntos de reclusorios, Villa mujeres y José Guadalupe Posadas, en la Capilla del Sagrario.



PONTE BAJO LA MIRADA AMOROSA DE JESÚS.

PONTE BAJO LA MIRADA AMOROSA DE JESÚS.

Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz


Evangelio del domingo 3 de Noviembre del 2013. XXXI Domingo Ordinario

Evangelio: Lucas 19, 1-10. En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a un árbol, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa."Él bajo en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador."Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más."Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido."

LECTURA: Lee, pausadamente, una o dos veces el texto del Evangelio, haz un poco de silencio interior, cierra los ojos y visualiza a los personajes y piensa que te dice a ti, personalmente, la Palabra de Dios.
MEDITACIÓN. Los personajes de este fragmento del Evangelio son Jesús, Zaqueo, “un árbol”, su familia, los que critican al Señor Jesús, la casa de Zaqueo (se refiere a su familia y servidores, todos los que ahí vivían, niños, ancianos, enfermos, etc.). Como nos dice el relato, Zaqueo era bajo de estatura, necesitó subirse a “un árbol”. Deseaba ver a Jesús, lo escucha, lo acepta en su casa y en diálogo con Él, cambia de vida y junto con él toda su familia y servidores.

ORACIÓN: Guardo silencio, reflexiono sobre lo que medité y hago mi oración propia, lo que sigue sólo es una guía: Señor, sé que pasas a mi lado y la pequeñez de ideales, mis pecados, el pecado de los demás sobre mí y tantas otras cosas de la vida, han impedido que crezca y me he quedado bajo(a) de estatura espiritual. Sé que tengo fe y que puedo ser mejor, ayúdame a crecer, a dejar de mirarme a mí para mirarte a Ti, para escuchar tu voz, y saber que me miras y me llamas, para que te deje entrar en mi vida. Señor, dame un corazón contrito para que reconociendo mi pequeñez, quiera crecer a tu altura, por lo que volviendo, mi mirada a Ti,y arrepentido del mal que he realizado, supere todo lo que me impide crecer y amar. ¡Señor. Quiero ser como Tú! ¡Quiero aprender a ponerme bajo tu mirada de amor!

CONTEMPLACIÓN: La salvación que Jesús ha traído es para todos, pero hay quienes la rechazan, no han escuchado de ella o piensan que no son dignos del amor de Dios. Objetivamente hablando Zaqueo es un malhechor (a los ojos de los judíos, hace cosas malas, les cobra impuestos, trabaja para el estado opresor de Roma). Él había oído hablar de Jesús, le llamaba la atención lo que decían de Él, por lo que cuando tuvo oportunidad fue, sólo a verlo “por curiosidad” y ese encuentro cambió su vida. Su “pequeñez” le impedía verlo, busco los medios para encontrarse con Jesús, encontró un “árbol” y se subió a él. Así, se puso bajo la mirada amorosa de Jesús y el diálogo de amor se dio. El Señor Jesús lo miró con amor y él se dejo amar por Jesús.
ACCIÓN: Me esforzaré por ponerme bajo la mirada de amor del Señor Jesús. El “árbol” al que debo subirme, tiene muchas ramas, para sostenerme, para no dejarme caer y para ayudarme a seguir ascendiendo. Este “árbol” se llama fe y se nutre en la oración, en el sacramento de la confesión, en la asistencia a Misa, en la escucha de su Palabra, en la comunión de su Cuerpo y de su Sangre en la Eucaristía, en el servicio de quienes me rodean, en la predicación de su Palabra, en la construcción de su Reino, dejando que mi vida se llene de su presencia y en el compartir la alegría de la fe y de la experiencia de su amor.

Si quieres aprende este canto:
Señor permite que te hable hoy / del dulce encuentro que me cambió / la hora feliz en que yo escuché / tus palabras de amor.
Dime como pudo suceder / si en la luz que el sol vierte al surgir / o en la claridad que hace vivir; o fue en la noche al volver.
¿Fue cuando una rosa deshojé, / o en la fuente el agua que bebí / o fue en el calor del dulce hogar, / dónde por fin te miré?
No fue en esas horas de ilusión, / sino al decidir mirarte bien; / como amigo en mi alma te encontré. / Tú me esperabas ahí.

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