En la audiencia general del miércoles 15 de diciembre, el Papa Benedicto XVI habló sobre Santa Verónica Giuliani, monja clarisa capuchina del siglo XVII, cuyo 350 aniversario de nacimiento se celebrará el próximo 27 de diciembre.
Esta santa nació en Mercatello región de Italia en 1660, "era la última de siete hermanas, de las cuales tres abrazaron la vida monástica". A los 17 años entró en el monasterio de las Clarisas Capuchinas de Città di Castello, donde permaneció durante el resto de su vida. "Un año después hace la profesión religiosa solemne e inicia un camino de configuración con Cristo a través de muchas penitencias, grandes sufrimientos y algunas experiencias místicas relacionadas con la Pasión de Jesús", señaló el Santo Padre.
Seguidamente el Vicario de Cristo explicó que la religiosa "vive de una manera profunda la participación en el amor sufriente de Jesús. Llega a pedir a Jesús que sea crucificada con Él".
Santa Verónica "está convencida de participar ya en el Reino de Dios, pero al mismo tiempo invoca a todos los santos de la Patria celestial para que la ayuden en el camino terreno de su donación, en espera de la bienaventuranza eterna; ésta es la aspiración constante de su vida", prosiguió el Pontífice.
"Los momentos fuertes de la experiencia mística de Verónica nunca se separan de los acontecimientos salvíficos celebrados en la liturgia, donde ocupa un lugar especial la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios. La Sagrada Escritura, por lo tanto, ilumina, purifica, confirma la experiencia de Verónica, haciéndola eclesial. Ella, de hecho, no sólo se expresa con las palabras de la Sagrada Escritura, sino que también vive de ellas".
Más tarde, el Sucesor de Pedro destacó que "Santa Verónica Giuliani nos invita a hacer crecer en nuestra vida cristiana la unión con el Señor, abandonándonos a su voluntad con confianza plena y total, y la unión con la Iglesia, Esposa de Cristo". Y añadió que "nos invita a participar en el amor sufriente de Jesús Crucificado por la salvación de todos los pecadores, nos invita a mantener los ojos fijos en el cielo, meta de nuestro camino terrenal, donde viviremos junto con muchos hermanos y hermanas la alegría de la plena comunión con Dios".
El Papa Benedicto XVI concluyó manifestando que esta religiosa "nos invita a alimentarnos cotidianamente de la Palabra de Dios para encender nuestro corazón y orientar nuestra vida. Las últimas palabras de la santa se pueden considerar la síntesis de su experiencia mística apasionada: ‘¡He encontrado el Amor, el Amor se ha dejado ver!’.
Santa Verónica Giuliani falleció en 1727, después de una dolorosa agonía de 33 días. Fue proclamada santa el 26 de mayo de 1839 por el Papa Gregorio XVI.
Esta santa nació en Mercatello región de Italia en 1660, "era la última de siete hermanas, de las cuales tres abrazaron la vida monástica". A los 17 años entró en el monasterio de las Clarisas Capuchinas de Città di Castello, donde permaneció durante el resto de su vida. "Un año después hace la profesión religiosa solemne e inicia un camino de configuración con Cristo a través de muchas penitencias, grandes sufrimientos y algunas experiencias místicas relacionadas con la Pasión de Jesús", señaló el Santo Padre.
Seguidamente el Vicario de Cristo explicó que la religiosa "vive de una manera profunda la participación en el amor sufriente de Jesús. Llega a pedir a Jesús que sea crucificada con Él".
Santa Verónica "está convencida de participar ya en el Reino de Dios, pero al mismo tiempo invoca a todos los santos de la Patria celestial para que la ayuden en el camino terreno de su donación, en espera de la bienaventuranza eterna; ésta es la aspiración constante de su vida", prosiguió el Pontífice.
"Los momentos fuertes de la experiencia mística de Verónica nunca se separan de los acontecimientos salvíficos celebrados en la liturgia, donde ocupa un lugar especial la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios. La Sagrada Escritura, por lo tanto, ilumina, purifica, confirma la experiencia de Verónica, haciéndola eclesial. Ella, de hecho, no sólo se expresa con las palabras de la Sagrada Escritura, sino que también vive de ellas".
Más tarde, el Sucesor de Pedro destacó que "Santa Verónica Giuliani nos invita a hacer crecer en nuestra vida cristiana la unión con el Señor, abandonándonos a su voluntad con confianza plena y total, y la unión con la Iglesia, Esposa de Cristo". Y añadió que "nos invita a participar en el amor sufriente de Jesús Crucificado por la salvación de todos los pecadores, nos invita a mantener los ojos fijos en el cielo, meta de nuestro camino terrenal, donde viviremos junto con muchos hermanos y hermanas la alegría de la plena comunión con Dios".
El Papa Benedicto XVI concluyó manifestando que esta religiosa "nos invita a alimentarnos cotidianamente de la Palabra de Dios para encender nuestro corazón y orientar nuestra vida. Las últimas palabras de la santa se pueden considerar la síntesis de su experiencia mística apasionada: ‘¡He encontrado el Amor, el Amor se ha dejado ver!’.
Santa Verónica Giuliani falleció en 1727, después de una dolorosa agonía de 33 días. Fue proclamada santa el 26 de mayo de 1839 por el Papa Gregorio XVI.
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