24 de enero
San Francisco de Sales es considerado el Patrono de los Periodistas, pues se cuenta que clandestinamente, por las mañanas el santo solía escribir hojas, y que por las noches las metía por debajo de las puertas de las casas, para evangelizar en dichos hogares.
San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya (Francia) el 21 de agosto de 1567 y fue bautizado con el nombre de Francisco Buenaventura.
De pequeño recibió de su madre una excelente formación, que le sirvió para más tarde ser digno de las gracias de Dios.
A los 10 años hizo su Primera Comunión y desde ese día se propuso no dejar pasar un día sin visitar a Jesús Sacramentado. Más tarde surgió en él, el deseo de consagrar su vida a Dios, y con el estudio de la Teología, se sintió cada vez más seguro de esta decisión.
En 1588, partió a la ciudad italiana de Padua, ya que su padre le había ordenado estudiar abogacía y doctorarse en derecho, lo que Francisco obedeció pese a su gran deseo de ser sacerdote. Estudiaba derecho durante cuatro horas diarias y otras cuatro horas estudiaba Teología, la ciencia de Dios.
El mismo san Francisco indicó que durante su estadía en Padua, le ayudó la amistad y dirección espiritual de ciertos sacerdotes jesuitas muy sabios y muy santos; además de la motivación que le brindó el libro “El Combate Espiritual”, escrito por el Padre Scupoli.
Al regresar a casa, el santo comentó a su padre su anhelo de ser sacerdote, noticia que no le agradó. Sin embargo, más tarde su padre aprobó su deseo y san Francisco logró ordenarse sacerdote el 18 de diciembre de 1593. A partir de ese momento, se entregó al cumplimiento de sus nuevos deberes con un celo que nunca decayó.
Tiempo después, san Francisco fue enviado como misionero, teniendo que enfrentar muchas dificultades. De muchas maneras intentó tocar las mentes y los corazones de la gente del pueblo, y así, comenzó a escribir una serie de panfletos en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba a los calvinistas. Aquellos escritos, fueron copiados a mano por los feligreses y distribuidos; y en su conjunto formaron el volumen de las "Controversias".
Poco a poco el auditorio de sus sermones en Thonon fue más numeroso, al tiempo que los panfletos hacían efecto en el pueblo. Al paso de los años, las virtudes del santo eran reconocidas en varios lugares, llegando incluso a oídos del Papa, quien después le nombró Coadjutor de Ginebra.
En 1602 fue a París donde le invitaron a predicar en la capilla real, que pronto resultó pequeña para la tal multitud que acudía a oír la palabra del santo, tan sencilla, conmovedora y valiente.
A la muerte de Claudio de Granier, en 1602, san Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción. Entre sus múltiples actividades, se dio tiempo para predicar y confesar con infatigable celo, permitiendo notar las virtudes características del sacerdote: generosidad, caridad, humildad y clemencia.
En su trato con las almas fue siempre bondadoso, sin caer en la debilidad; pero sabía emplear la firmeza cuando no bastaba la bondad.
El Obispo Francisco de Sales enfermó luego de varios años, y murió el 28 de diciembre de 1622, repitiendo como última palabra, el nombre de “Jesús”. Fue beatificado por el Papa Alejandro VII en 1661, y canonizado en 1665, a los 43 años de su muerte.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: "Las controversias"(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota" (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales "Doctor de la Iglesia".
ORACIÓN
Glorioso San Francisco de Sales,
vuestro nombre porta la dulzura del corazón mas afligido;
vuestras obras destilan la selecta miel de la piedad;
vuestra vida fue un continuo holocausto de amor perfecto
lleno del verdadero gusto por las cosas espirituales,
y del generoso abandono en la amorosa divina voluntad.
Enséñame la humildad interior,
la dulzura de nuestro exterior,
y la imitación de todas las virtudes que has sabido copiar
de los Corazones de Jesús y de María. Amén
San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya (Francia) el 21 de agosto de 1567 y fue bautizado con el nombre de Francisco Buenaventura.
De pequeño recibió de su madre una excelente formación, que le sirvió para más tarde ser digno de las gracias de Dios.
A los 10 años hizo su Primera Comunión y desde ese día se propuso no dejar pasar un día sin visitar a Jesús Sacramentado. Más tarde surgió en él, el deseo de consagrar su vida a Dios, y con el estudio de la Teología, se sintió cada vez más seguro de esta decisión.
En 1588, partió a la ciudad italiana de Padua, ya que su padre le había ordenado estudiar abogacía y doctorarse en derecho, lo que Francisco obedeció pese a su gran deseo de ser sacerdote. Estudiaba derecho durante cuatro horas diarias y otras cuatro horas estudiaba Teología, la ciencia de Dios.
El mismo san Francisco indicó que durante su estadía en Padua, le ayudó la amistad y dirección espiritual de ciertos sacerdotes jesuitas muy sabios y muy santos; además de la motivación que le brindó el libro “El Combate Espiritual”, escrito por el Padre Scupoli.
Al regresar a casa, el santo comentó a su padre su anhelo de ser sacerdote, noticia que no le agradó. Sin embargo, más tarde su padre aprobó su deseo y san Francisco logró ordenarse sacerdote el 18 de diciembre de 1593. A partir de ese momento, se entregó al cumplimiento de sus nuevos deberes con un celo que nunca decayó.
Tiempo después, san Francisco fue enviado como misionero, teniendo que enfrentar muchas dificultades. De muchas maneras intentó tocar las mentes y los corazones de la gente del pueblo, y así, comenzó a escribir una serie de panfletos en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba a los calvinistas. Aquellos escritos, fueron copiados a mano por los feligreses y distribuidos; y en su conjunto formaron el volumen de las "Controversias".
Poco a poco el auditorio de sus sermones en Thonon fue más numeroso, al tiempo que los panfletos hacían efecto en el pueblo. Al paso de los años, las virtudes del santo eran reconocidas en varios lugares, llegando incluso a oídos del Papa, quien después le nombró Coadjutor de Ginebra.
En 1602 fue a París donde le invitaron a predicar en la capilla real, que pronto resultó pequeña para la tal multitud que acudía a oír la palabra del santo, tan sencilla, conmovedora y valiente.
A la muerte de Claudio de Granier, en 1602, san Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción. Entre sus múltiples actividades, se dio tiempo para predicar y confesar con infatigable celo, permitiendo notar las virtudes características del sacerdote: generosidad, caridad, humildad y clemencia.
En su trato con las almas fue siempre bondadoso, sin caer en la debilidad; pero sabía emplear la firmeza cuando no bastaba la bondad.
El Obispo Francisco de Sales enfermó luego de varios años, y murió el 28 de diciembre de 1622, repitiendo como última palabra, el nombre de “Jesús”. Fue beatificado por el Papa Alejandro VII en 1661, y canonizado en 1665, a los 43 años de su muerte.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: "Las controversias"(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota" (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales "Doctor de la Iglesia".
ORACIÓN
Glorioso San Francisco de Sales,
vuestro nombre porta la dulzura del corazón mas afligido;
vuestras obras destilan la selecta miel de la piedad;
vuestra vida fue un continuo holocausto de amor perfecto
lleno del verdadero gusto por las cosas espirituales,
y del generoso abandono en la amorosa divina voluntad.
Enséñame la humildad interior,
la dulzura de nuestro exterior,
y la imitación de todas las virtudes que has sabido copiar
de los Corazones de Jesús y de María. Amén
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