miércoles, 27 de julio de 2011

Cardenal Rivera: sabiduría es darle sentido a la propia vida, distinguiendo entre el bien y el mal

En la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el pasado domingo 24 de julio, el Cardenal Norberto Rivera Carrera reflexionó durante su homilía, sobre el “modelo ideal del hombre sabio” según el modelo presentado en el Antiguo Testamento, donde el rey Salomón ejemplifica al buen gobernante, ya que no pidió a Dios bienes materiales, ni riquezas ni ejércitos, sino sabiduría para poder gobernar a su pueblo de la mejor manera.

Seguidamente, el Arzobispo Primado de México aseguró que la sabiduría ayuda a discernir entre el bien y el mal, en todos los aspectos de la vida del ser humano. Por otra parte, distinguió que éste don no se refiere a tener un amplio conocimiento de las cosas, sino a encontrarle sentido a la propia vida, reconociendo de dónde venimos, hacia dónde vamos y qué quiere Dios de nosotros. Así insistió que sólo gracias a la sabiduría dada por Dios, se puede explicar todo aquello que acontece en nuestra vida.

“El saber discernir y juzgar, tener la sabiduría para elegir los verdaderos valores esenciales de la vida, deben ser característica del discípulo, del misionero de Jesús. Este es el mensaje de las dos primeras mini-parábolas que hoy acabamos de escuchar. El tesoro escondido y la perla preciosa evocan en la imaginación popular algo fabuloso, de valor inestimable, para obtenerlos es necesario decidirse a vender, a dejar todo cuanto se tiene, para poseer aquél tesoro, para comprar aquella perla preciosa. La sabiduría que Jesús propone consiste en descubrir y decidirse por el Reino de Dios que Él viene anunciando. Es más, la verdadera sabiduría es Cristo Jesús, y Él se propone como el verdadero camino, como la verdad, como la vida. El que lo descubre y se decide a vivirlo habrá encontrado un verdadero tesoro, habrá dejado todo, pero habrá comprado la perla preciosa, que llenarán su vida de alegría, de paz, de esperanza”.

Luego, a través de una historia, el Prelado invitó a los fieles a “levantarse temprano y correr para encontrarse con Cristo, con su palabra”, pues la palabra de Dios “es alimento no de cada domingo, sino de todos los días”, y no es sólo para los creyentes, sino que debe compartirse con la familia e incluso con los vecinos. Más adelante, destacó que con la sabiduría se descubren los valores que sostienen a las personas y a sus familias, abriéndoles puertas de esperanza en sus trabajos. Además señaló que éste es un tesoro escondido que se “presenta en medio de una gran confusión”.

“Llama la atención que en las dos parábolas el tesoro está oculto, en el primer caso en el campo, en el segundo la perla está con otras muchas joyas. Así es el Reino, el Reino de Dios se nos presenta en medio de miles propuestas. Ustedes continuamente reciben propuestas muy diversas, que les ofrecen felicidad, que les ofrecen una alegría sin límite, y a veces se meten en esos caminos, y al rato se desilusionan porque ni el dinero ni el poder, y mucho menos el alcohol o las drogas, etc., les van a dar una verdadera felicidad”, agregó el Arzobispo.

El Cardenal Norberto Rivera manifestó también, que la fe, la sabiduría y el Reino, son verdaderos tesoros por los que vale la pena venderlo todo. Por último, compartió que hace 16 años llegó a la Arquidiócesis de México, y que después de haber tomado posesión de la Catedral, acudió a la Basílica de Guadalupe para pedir, como lo hizo el rey Salomón, que Dios le concediera sabiduría para realizar sus tareas pastorales, e igualmente agradeció el cariño y el acompañamiento de los fieles.

Antes de concluir su homilía, recordó que el próximo domingo se cumplirán IX años de la Canonización de San Juan Diego, un hombre que dejó todo para poder estar al servicio de la Virgen de Guadalupe. El humilde indígena se retiró a la ermita, donde vivió evangelizando día tras día, dado que a través de la Señora del Cielo encontró a Jesucristo, y ahora se ha vuelto un intercesor para todos los mexicanos.

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