En la homilía del domingo 10 de julio, durante la misa celebrada en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el Cardenal Norberto Rivera recordó que en la primera lectura, el profeta Isaías destacó “la eficacia y la fecundidad de la Palabra de Dios”, que como el agua de lluvia que cae del cielo, fecunda la tierra y hace germinar la semilla.
Luego explicó que “esa Palabra de Dios es Jesús mismo. Cristo es la semilla sembrada por Dios nuestro Padre en nuestra historia y en nuestra tierra”, cuyo mensaje se encuentra “en el libro más difundido y más traducido a todos los idiomas, los Santos Evangelios”.
El Arzobispo Primado de México también señaló que la parábola del sembrador que Jesús compartió con sus discípulos, “hace resaltar una gran verdad: lo maravilloso de la libertad humana y el respeto que Dios muestra ante este don que Él mismo nos ha dado. Es cierto que la Palabra de Dios es viva y eficaz en sí misma, pero la libertad del hombre la puede hacer estéril, como la lluvia es estéril si cae sobre el pavimento o sobre piedras; o la puede hacer fecunda hasta llegar a producir ciento por ciento como ha sucedido en tantos santos”.
Más adelante, el Cardenal insistió que hay cuatro cosas que pueden suceder con la semilla de Dios que “puede desde quedarse estéril hasta ser fecunda al cien por ciento”, dado que podemos elegir ser “como un camino de cemento, con una voluntad impermeable a la gracia, a las inspiraciones y a los acontecimientos por los cuales Dios nos habla. O podemos ser ese terreno pedregoso de la parábola, símbolo de la superficialidad, que nos lleva a cambiar fácilmente de principios y convicciones, mostrando así que la semilla del evangelio no ha echado raíces en nuestras vidas.” Y que “la tercera forma de hacer infecunda la Palabra de Dios son los desórdenes morales simbolizados en las malas hierbas que se dejan crecer en el corazón hasta que ahogan lo que Dios ha plantado, y se refiere expresamente a “las preocupaciones de la vida y a las seducciones de las riquezas””.
Por último, el Prelado aseguró que el cuarto hecho que puede suceder es que se haga fecunda la siembra de Cristo, pues “gracias a Dios, hoy como ayer, existen muchos hombres y mujeres que reciben en el surco de su vida la semilla que Jesús siembra, y la hacen fructificar en su vida personal y en su ambiente familiar, profesional y social”. Con ello exhortó a los fieles a dejarse influir por el Evangelio y dejarse guiar por los valores que Cristo proclama, ya que sólo así “seremos terreno bueno para la semilla divina”.
Para concluir su reflexión, el Cardenal Rivera Carrera preguntó a la asamblea, a qué categoría de terreno pertenecen: ¿Somos de aquellos que escuchan la palabra del Reino y no la entienden ni la quieren entender?, ¿Somos de los que escuchan la Palabra de Dios con alegría, pero por la inconstancia no la dejan echar raíces y se seca ante cualquier dificultad?, ¿Somos de los que escuchan de buena gana el proyecto de Dios, pero no toman la decisión de arrancar la mala hierba que mata lo que Dios ha sembrado?, ¿O somos de aquellos que han abierto su vida a la Palabra de Dios y ponen todos los medios para que esté fructificando?
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