En la misa dominical del pasado 17 de julio, el Cardenal Norberto Rivera Carrera al referirse a las lecturas, destacó que “la misteriosa combinación del bien y del mal, de gloria y de miseria, que penetra la historia y a la humanidad entera es el campo en donde crece el Reino de los cielos”, en el cual también la Iglesia debe realizar su misión, con paciencia y espera.
Seguidamente recordó que los Evangelios escuchados desde hace dos domingos, donde se relata la parábola del sembrador y la del trigo y la cizaña, describen esta oposición entre el bien y el mal, además del crecimiento de la fe de todo cristiano, y lo hacen reflejado en las semilla que caen, unas en terreno fértil y otras más en tierra estéril.
Luego, el Arzobispo Primado de México explicó que estas semillas dan fruto en diversos porcentajes hasta llegar incluso al cien por ciento. Y agregó también, que en la parábola del trigo y la cizaña aparece el dueño del campo que siembra buena semilla y el enemigo que trata de perjudicarle, quien va sembrando cizaña en medio del trigo. Con ello destacó las palabras de Jesús, quien como sembrador pide que no arranquen la cizaña, sino que le permitan crecer junto con el trigo hasta que llegue la hora de la cosecha, lo cual sonaría absurdo al pensar que la cizaña interfiere en el crecimiento del trigo.
"Eso mismo pensamos nosotros, así también reaccionamos nosotros ante el mal, quisiéramos utilizar la violencia y terminar con todo el mal; y Jesús el Señor de la historia nos dice “no”. Con esta parábola y con esta sentencia Jesús justifica su actuación, porque Él no vino a formar una comunidad de buenos y puros sino que formó y dirigió una comunidad de pecadores. Fue llamando a los pecadores, iba con ellos a su encuentro, hay que esperar el final para distinguir el grano bueno de las plantas espinosas", dijo.
El Prelado insistió que "no precipitemos los juicios, no nos erijamos en jueces definitivos”, porque aunque es fácil señalar a alguien como buena o mala persona, podemos equivocarnos. Por otra parte, aseguró que “la parábola de la cizaña viene a decirnos que el campo de la historia humana es una mezcla abigarrada de contradicciones, de buena y mala semilla”, y que el campo es el Reino de Dios que germina gracias a la predicación de Jesús.
"No debemos cruzarnos de brazos ante el progreso del mal en el mundo. Todo lo contrario, Jesús, en la parábola nos asegura que “mientras la gente dormía es cuando sembraron cizaña en medio del trigo”. Es la indiferencia, el cansancio y la pereza de los que nos decimos buenos lo que deja el campo abierto a la acción de los que quieren sembrar cizaña. Por esto, recordemos que no basta evitar el mal, no basta no ser cizaña. Hay que hacer el bien, hay que ser trigo, trigo limpio. Luchemos contra los pecados de omisión o como nos dijo el Santo Padre a los mexicanos: “venzamos el mal con la fuerza del bien”. Así haremos un mundo mejor, así seremos trigo bueno para hacer una mejor eucaristía. El Señor no quiere simplemente que seamos buenos, el Señor quiere que hagamos nuestro trabajo, y todos podemos hacer algo para que nuestra familia, para que nuestro centro de trabajo, para que nuestra patria cambie y tengamos una vida más humana, una vida más digna", expresó.
Por último, el Cardenal Rivera comentó que la parábola del sembrador y la del trigo y la cizaña, destacan también la acción de los seres humanos en la creación del Reino de Dios, porque en él no solamente interviene la acción de Dios, sino que hace falta nuestro trabajo.
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