Santa Teresa de Ávila, Virgen Fundadora
15 de Octubre
El 28 de marzo de 1515, en Ávila, nació Teresa Sánchez Cepeda Dávila y Ahumada. La niña fue educada por su tierna madre y por su piadoso padre, quien era amante de los libros. A la muerte de su madre y después de que su hermana mayor contrajera matrimonio, Teresa fue enviada con las monjas Agustinas en Ávila, sin embargo, luego de 18 meses, la santa tuvo que abandonar la orden debido a una enfermedad.
Durante éste tiempo estuvo bajo el cuidado de su padre y de sus tíos. En una ocasión, tuvo la oportunidad de leer las Cartas de San Jerónimo, mismas que le ayudaron a decidirse por la vida religiosa, ya que sintió deseos de escoger el camino más seguro. Al no obtener el consentimiento de su padre, en noviembre de 1535, con mucho dolor, huyó de la casa de su padre e ingresó en el Convento Carmelita de la Encarnación, en Ávila. Después de un tiempo su padre cedió a la voluntad de la santa, y así Teresa tomó el hábito.
Al año siguiente de su profesión la religiosa enfermó gravemente, y aunque logró mejorar, ya no gozó de una buena salud. En estos años de sufrimientos, Teresa comenzó a practicar la oración mental, luego entabló una profunda relación con Dios al tener "visiones intelectuales y locuciones", y también fue alentada y fortalecida para poder sobrellevar sus pruebas.
Cuando Teresa llevaba ya 25 años de vida religiosa en el convento de la Encarnación de Avila, emprendió la tarea de fundar una comunidad más reducida y reformada, ya que en esos años, los conventos solían estar demasiado saturados. La santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. En 1567, el superior general de los carmelitas, Juan Bautista Rubio (Rossi), visitó el convento de Avila y quedó muy satisfecho con el trabajo realizado allí por santa Teresa, y por ésta razón le concedió plenos poderes para fundar otros conventos del mismo tipo, e incluso tuvo el permiso para fundar dos conventos de frailes reformados (carmelitas contemplativos).
Con el paso del tiempo, santa Teresa se dedicó a realizar varios escritos, en ellos se percibe su espíritu de oración, la manera en que lo practicaba y los frutos que le produjo. Precisamente en la época en que la santa estaba consagrada a la difícil tarea de fundar conventos de carmelitas reformadas, escribió varias obras, en las que prescindiendo de su contenido y naturaleza, dan testimonio de su vigor, laboriosidad y capacidad de recogimiento.
Algunas de sus obras son: "Camino de Perfección", "Fundaciones" y "Castillo Interior". Santa Teresa murió en los brazos de la Beata Ana el 4 de octubre de 1582. Su canonización se realizó en 1622.
Poesía de Santa Teresa de Ávila:
NADA TE TURBE
Nada te turbe,
Nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
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