El estado de Veracruz como otros más de la Republica Mexicana, fueron afectados por el Huracán Karl, el cual, al llegar a nuestro país, ocasionó una intensa lluvia, como no se había visto en muchos años.
Ante tal emergencia, por parte de las Hermanas de la Providencia, surgió la intención de reunir víveres para donarlos a las familias afectadas. Para poder transportar todo lo recolectado, la empresa DADUGA donó el flete de un tráiler con capacidad de 50 toneladas, y por ello se intensificó la campaña a favor de los damnificados, la cual se realizó en los colegios de las Hermanas de la Providencia, en un periodo aproximado de 15 días.
Se estableció como fecha para la entrega de la despensa, el jueves 14 de octubre y ocurrió que, para el lunes de esa misma semana, el tráiler se encontraba a más de un cuarto de su capacidad. Luego, la preocupación no se hizo esperar, ya que las comunidades de Hueyapan y Díaz Covarrubias habían sido contactadas y se encontraban esperando la ayuda material. Para ello, se pidió el auxilio a personas y a movimientos como: Monseñor Pedro Agustín Rivera Díaz, Rector de la Antigua Basílica de Guadalupe; al noticiero Matutino Express; al Movimiento Familiar Cristiano de Tulancingo; y a Caritas de la Arquidiócesis de México y Querétaro, quienes estuvieron dispuestos a apoyar ésta iniciativa.
Gracias a Dios, el tráiler partió con más de la tercera parte de su capacidad. La ruta consistió en ir a Querétaro a recoger parte de los víveres que ya se habían recolectado, y de ahí fuimos rumbo a Díaz Covarrubias y luego a Hueyapan, ubicados en la zona de los Tuxtlas.
En el trayecto nos encontramos con algunos contratiempos, como las fallas ocurridas con las camionetas que transportaban al equipo que habríamos de entregar la ayuda, además nos llovió durante el camino, y hubo otros pequeños destalles que demoraron la entrega.
Pese a ello, el día viernes, ya en la tarde-noche, se entregaron las despensas a los sacerdotes Cristin (de la comunidad Díaz Covarrubias) y al P. Martín (de Hueyapan), e incluso, los mismos pobladores nos ayudaron a descargar los víveres que les llevamos.
Después, fuimos a hacer un recorrido y nos percatamos que, a pesar de que ya han pasado varios días desde aquél desastre, las personas aún tienen mucha necesidad material y espiritual, puesto que los pobladores se han quedado sin nada, todo se lo llevó la corriente, la cual creció hasta 30 metros, provocando que el río se abriera hasta casi un kilómetro, destruyendo a su paso uno de los puentes colgantes que unía a las comunidades, y que ahora se encuentran incomunicadas, lo que hace aún más difícil que reciban ayuda.
Emocionalmente las personas dan gracias a Dios de que aún tienen vida, pero al mismo tiempo se encuentran invadidos por la tristeza, ya que al preguntarles del momento en que tuvieron que salir corriendo de sus casas para salvar sus vidas, o del cómo los rescataron del río que venía hacia ellos, comienzan a llorar, reflejando así su dolor.
Queremos dar las gracias a todos los que de una u otra menara apoyaron ésta causa, aunque fuese con una pequeña aportación, y así de igual manera les invitamos a continuar apoyando a nuestros hermanos, ya que ellos nos necesitan. Su ayuda económica y en especie, es demasiado valiosa, pero la espiritual es más fuerte e importante. Oremos entonces por ellos, para que con el tiempo, reenciendan la llama de su fe e incrementen su espíritu. También pidamos por nosotros, para que podamos tener un corazón generoso.
De igual manera agradecemos a las autoridades que nos apoyaron a lo largo del camino, dispensándonos el cobro de las casetas, también agradecemos la atención de los soldados y los oficiales.
Por último, solicitamos a las autoridades administrativas de estos lugares, que realmente apoyen a los que padecen necesidades, y que no lucren, haciendo proselitismo con la desgracia de muchos.
Fraternalmente:
Hna. Irma Barrientos Villavicencio
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