viernes, 24 de septiembre de 2010

Santo de la semana

San Alonso de Orozco
22 de Setiembre

El 17 de octubre del año 1500 nació Alfonso de Orozco, en la localidad de Oropesa, Diócesis de Ávila, en España. Fue hijo del gobernador del castillo local, y desde temprana edad, sintió el fervoroso deseo de consagrarse al servicio de Dios. Por varios años, el ahora santo, actuó como “seise” o niño cantor en la catedral de Toledo, en la que aprendió música con notable provecho.

Años más tarde, cuando se encontraba estudiando en la universidad de Salamanca, escuchó los sermones de Santo Tomás de Villanueva, y gracias a ellos a los 22 años decidió tomar los hábitos de la orden de lo Ermitaños de San Agustín.

Tras ser ordenado sacerdote en 1527, los superiores vieron en Alonso una profunda espiritualidad, además de una enorme capacidad para anunciar la Palabra de Dios, que muy pronto lo destinaron al ministerio de la predicación, por lo que se entregó en cuerpo y alma a la enseñanza, la predicación y otras actividades de su apostolado. Con el tiempo, fue muy solicitado como confesor, debido a su profundo conocimiento del alma humana y su evidente bondad.

En 1554, siendo prior del convento de Valladolid, ciudad donde residía la Corte, fue nombrado predicador real por el emperador Carlos V. Con este nombramiento, el santo comenzó a ejercer su influencia sobre la nobleza, a quienes atraía tanto por la elocuencia de sus sermones, como por la calidad exquisita de su música, a la que era muy afecto y destacaba por su destreza.

A pesar de los privilegios con los que gozaba, san Alonso prefirió vivir como un fraile más, en pobreza y bajo la inmediata obediencia de sus superiores. Solamente hacía una comida y dormía a lo sumo tres horas, pues decía éstas le eran suficiente para emprender el nuevo día. Dormía en una tabla, y en la celda que eligió, sólo había una silla, un candil, una escoba y unos libros.

El fraile visitaba los enfermos en los hospitales, a los encarcelados en las prisiones y a los pobres en las calles y en sus casas, pues el trato con la clase alta no le alejaba del estilo sencillo con que dirigía su vida. El resto del tiempo lo dedicaba a la oración, en la composición de sus libros, y preparando sus sermones, ya que compuso numerosas obras tanto en latín como en castellano.

En agosto de 1591 cayó enfermo con fiebre, y falleció para septiembre del mismo año, a los noventa años. Fue beatificado por León XIII el 15 de enero de 1882, y canonizado en el 2002 por Juan Pablo II.

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