lunes, 20 de septiembre de 2010

Monseñor Aguiar Retes manifestó que México necesita “el viento que viene de lo alto”

Carmen Durán

El pasado miércoles 1 de septiembre, durante la misa celebrada en la Basílica de Guadalupe con motivo de la presentación de la carta pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos hoy con nuestra patria”, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Mons. Carlos Aguiar Retes, expresó que “cuando sople el viento que viene de lo alto, el desierto se convertirá en un vergel y el vergel en un bosque” y luego añadió que ese viento transforma el desierto en un lugar fecundo.

Más adelante indicó que ese mismo viento, es la sabiduría de Dios, la cual se refleja a través de las actitudes humanas, por medio de “la pureza y trasparencia de corazón, la sinceridad, la comprensión y misericordia, la imparcialidad y docilidad a la verdad, por el amor a la paz”, esto, según lo ha definido el apóstol Santiago.

En su reflexión, Monseñor Aguiar Retes declaró que nuestro país necesita recibir el viento de lo alto, porque él nos conducirá “por los grandes y hermosos valores de la Justicia y el Derecho, para alcanzar la Paz y la Serenidad”, y así destacó la importancia de “respetar el orden que ofrece la naturaleza, la base común que da la ética, la sensibilidad para cuidar la preservación de las especies, y en particular, proteger y salvaguardar la del ser humano”.

“Al interior de nuestra sociedad mexicana debemos avalar los auténticos valores que conducen a la anhelada paz social, promover una educación en y para la libertad responsable, que al hacer uso de la elección, la mantenga en fidelidad, asuma su compromiso y su vinculación, construyendo así un tejido social, fuerte y dinámico, con identidad y rumbo, con horizonte amplio que mire al futuro de los próximos siglos”, aseguró.

El presidente de la CEM también exhortó a los presbíteros, a los consagrados y a los fieles, a actuar siempre como servidores, tal y como lo hizo Jesús, e indicó que aquellos que representan una figura de autoridad, están llamados a ejercerla con actitud de servicio, ya que sólo así encontrarán la “fortaleza y firmeza para conducir” y además, lograrán sensibilizarse para “percibir la real situación de los ciudadanos”.

Luego, Monseñor Aguiar, a nombre de todos los obispos, manifestó que se encuentran orando para que el Espíritu Santo “inflame el corazón de todos sus fieles, y seamos los católicos y todos los hombres de buena voluntad, amantes de la justicia y de la paz, constructores de la humanidad fraterna y solidaria que facilite la vida digna para todos los Mexicanos”.

Al concluir su homilía, recordó que estamos viviendo una época de cambio, y que por ello es importante que redescubramos nuestra realidad.
“A doscientos años de la Independencia y cien de la Revolución es conveniente advertir la situación actual, percibir las nuevas necesidades y potencialidades de nuestro pueblo, percatarnos de los nuevos contextos culturales y ubicarnos adecuadamente para lograr una vida digna para todos los Mexicanos. Que Santa María de Guadalupe, Patrona de nuestra libertad, como la llamó Don José María Morelos, continué siendo el vínculo de unidad y el ícono de la Mexicaneidad”, puntualizó.

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