Cardenal Rivera alienta a “renovar nuestra identidad como pueblo”
El pasado domingo 26 de septiembre, como parte del festejo por los 200 años de nuestra independencia, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera dio a conocer un mensaje, en el que señaló que en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, “se han vivido cada una de las etapas de nuestro desarrollo como nación”, desde el momento en que ésta “se levantó junto con la nueva ciudad sobre las bases de las antiguas pirámides”, pasando por la independencia, la persecución religiosa, la devastación provocada por el sismo de 1985, hasta el mundo de hoy.
Lugo, manifestó que la religiosidad cristiana considera fundamental el sentido de gratitud, “gratitud a nuestros antepasados que nos han dejado una gran herencia cultural con raíces milenarias, gratitud a quienes construyeron nuestra libertad con el precio de la propia vida, gratitud a todos los hombres y mujeres que con su trabajo diario han hecho de esta nación uno de los pueblos más originales del mundo entero; gratitud a Santa María de Guadalupe que con su rostro mestizo y su plegaria, se ha mostrado con delicadeza y cercanía a todos los habitantes del Anáhuac y del continente entero; gratitud a Dios, siempre presente en nuestra fe y esperanza”.
Más adelante, el Prelado añadió que ésta celebración del Bicentenario, nos ha servido para reafirmar nuestros valores cívicos. E indicó que tras muchos estudios, “ningún investigador puede negar la influencia religiosa en esta etapa de nuestra historia, desde el inicio hasta la consumación de la independencia nacional”.
El Cardenal Rivera Carrera también exhortó a que ésta fiesta no se quede “en algunos monumentos para la historia”, ya que esto nos ha de ayudar a “renovar nuestra identidad como pueblo, nuestro orgullo como nación y la valoración de la patria que hemos construido juntos, con todos sus valores incluyendo su profunda religiosidad y conciencia de trascendencia en Jesucristo, Señor de la historia”.
En su mensaje, el Prelado declaró que éste es el tiempo para aportar algo a las nuevas generaciones, y que por ésta razón, los obispos se han reunido para elaborar y presentar a la sociedad, una Carta Pastoral que recoge “algunos episodios de la historia pero, sobre todo, mirando con esperanza hacia delante, con propuestas para nuestro progreso”.
“Somos una nación grande entre las demás naciones por el número de sus habitantes, por la diversidad de sus ambientes y riquezas naturales, pero sobre todo por su cultura y su trayectoria. Somos una nación cristiana y católica en la mayoría de sus habitantes y respetuosa de la pluralidad de pensamientos, somos una nación que está consolidando sus caminos de democracia y desarrollo, con instituciones maduras y con estructuras sociales de gran alcance; sin embargo, también tenemos enormes problemas que exigen todo nuestro talento y entereza para buscar las soluciones”, puntualizó el Arzobispo de México.
Por otra parte, destacó que uno de los principales problemas que aqueja a nuestro México, “es el de la inseguridad provocada por la violencia de muchos malos mexicanos que han equivocado su camino entregándose a la criminalidad y a la muerte, caminos que no tienen nada que ver con el heroísmo de otros tiempos, donde en medio de la violencia había ideales trascendentes, y aún en medio de divisiones, se buscaba un bien social”.
Con ello, reconoció el papel de “las fuerzas armadas, las corporaciones policíacas y las instituciones judiciales”, quienes colaboran “para superar la corrupción y la criminalidad que nos agobia, sin embargo, la verdadera solución requiere que vayamos más al fondo de nuestros problemas sociales”.
El Cardenal compartió luego, que la misión de la Iglesia es “anunciar el Evangelio de la vida, de la verdad y de la salvación” y que como creyentes, “nos corresponde dar un testimonio creíble de nuestra fidelidad al Reino de Dios que implica el reconocimiento de la dignidad de toda persona humana, valorando y respetando la vida; impulsando el matrimonio y la familia como elementos fundantes de toda sociedad humana, y comprometiéndonos con la justicia y el desarrollo por caminos de diálogo y de paz”.
Casi al final de su mensaje, el Prelado aseguró que en esta Carta Pastoral, los obispos mexicanos han exhortado a todos los sectores de la sociedad mexicana para aportar soluciones a los problemas de nuestro país, ya que es necesario el combate a la pobreza, educación de calidad y la reconciliación nacional, y que con ésta reconciliación, la cual es tarea de los políticos y ciudadanos, lograremos actuar ante la pobreza de tantos mexicanos.
Antes de concluir, el Cardenal se refirió a la misión de la Iglesia, la cual consiste en ser servidora de la reconciliación, dado que posee un “compromiso irrenunciable con la verdad sobre el ser humano y sobre Dios”, de manera que “su testimonio le exige a estar cerca de los más pobres” y a comprometerse con la educación.
El Arzobispo Primado de México finalizó retomando las palabras que los obispos mexicanos plasmaron en la reciente Carta Pastoral:
“Confiados en el valor de la oración los exhorto a dar gracias a Dios por todos los beneficios que ha recibido nuestra patria, a pedir perdón por las infidelidades de sus miembros, a elevar oraciones por los que murieron en luchas sangrientas, así como pedir la gracia y creatividad en la caridad, necesarias para impulsar, junto con todos los mexicanos, el desarrollo de nuestro país…”
El pasado domingo 26 de septiembre, como parte del festejo por los 200 años de nuestra independencia, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera dio a conocer un mensaje, en el que señaló que en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, “se han vivido cada una de las etapas de nuestro desarrollo como nación”, desde el momento en que ésta “se levantó junto con la nueva ciudad sobre las bases de las antiguas pirámides”, pasando por la independencia, la persecución religiosa, la devastación provocada por el sismo de 1985, hasta el mundo de hoy.
Lugo, manifestó que la religiosidad cristiana considera fundamental el sentido de gratitud, “gratitud a nuestros antepasados que nos han dejado una gran herencia cultural con raíces milenarias, gratitud a quienes construyeron nuestra libertad con el precio de la propia vida, gratitud a todos los hombres y mujeres que con su trabajo diario han hecho de esta nación uno de los pueblos más originales del mundo entero; gratitud a Santa María de Guadalupe que con su rostro mestizo y su plegaria, se ha mostrado con delicadeza y cercanía a todos los habitantes del Anáhuac y del continente entero; gratitud a Dios, siempre presente en nuestra fe y esperanza”.
Más adelante, el Prelado añadió que ésta celebración del Bicentenario, nos ha servido para reafirmar nuestros valores cívicos. E indicó que tras muchos estudios, “ningún investigador puede negar la influencia religiosa en esta etapa de nuestra historia, desde el inicio hasta la consumación de la independencia nacional”.
El Cardenal Rivera Carrera también exhortó a que ésta fiesta no se quede “en algunos monumentos para la historia”, ya que esto nos ha de ayudar a “renovar nuestra identidad como pueblo, nuestro orgullo como nación y la valoración de la patria que hemos construido juntos, con todos sus valores incluyendo su profunda religiosidad y conciencia de trascendencia en Jesucristo, Señor de la historia”.
En su mensaje, el Prelado declaró que éste es el tiempo para aportar algo a las nuevas generaciones, y que por ésta razón, los obispos se han reunido para elaborar y presentar a la sociedad, una Carta Pastoral que recoge “algunos episodios de la historia pero, sobre todo, mirando con esperanza hacia delante, con propuestas para nuestro progreso”.
“Somos una nación grande entre las demás naciones por el número de sus habitantes, por la diversidad de sus ambientes y riquezas naturales, pero sobre todo por su cultura y su trayectoria. Somos una nación cristiana y católica en la mayoría de sus habitantes y respetuosa de la pluralidad de pensamientos, somos una nación que está consolidando sus caminos de democracia y desarrollo, con instituciones maduras y con estructuras sociales de gran alcance; sin embargo, también tenemos enormes problemas que exigen todo nuestro talento y entereza para buscar las soluciones”, puntualizó el Arzobispo de México.
Por otra parte, destacó que uno de los principales problemas que aqueja a nuestro México, “es el de la inseguridad provocada por la violencia de muchos malos mexicanos que han equivocado su camino entregándose a la criminalidad y a la muerte, caminos que no tienen nada que ver con el heroísmo de otros tiempos, donde en medio de la violencia había ideales trascendentes, y aún en medio de divisiones, se buscaba un bien social”.
Con ello, reconoció el papel de “las fuerzas armadas, las corporaciones policíacas y las instituciones judiciales”, quienes colaboran “para superar la corrupción y la criminalidad que nos agobia, sin embargo, la verdadera solución requiere que vayamos más al fondo de nuestros problemas sociales”.
El Cardenal compartió luego, que la misión de la Iglesia es “anunciar el Evangelio de la vida, de la verdad y de la salvación” y que como creyentes, “nos corresponde dar un testimonio creíble de nuestra fidelidad al Reino de Dios que implica el reconocimiento de la dignidad de toda persona humana, valorando y respetando la vida; impulsando el matrimonio y la familia como elementos fundantes de toda sociedad humana, y comprometiéndonos con la justicia y el desarrollo por caminos de diálogo y de paz”.
Casi al final de su mensaje, el Prelado aseguró que en esta Carta Pastoral, los obispos mexicanos han exhortado a todos los sectores de la sociedad mexicana para aportar soluciones a los problemas de nuestro país, ya que es necesario el combate a la pobreza, educación de calidad y la reconciliación nacional, y que con ésta reconciliación, la cual es tarea de los políticos y ciudadanos, lograremos actuar ante la pobreza de tantos mexicanos.
Antes de concluir, el Cardenal se refirió a la misión de la Iglesia, la cual consiste en ser servidora de la reconciliación, dado que posee un “compromiso irrenunciable con la verdad sobre el ser humano y sobre Dios”, de manera que “su testimonio le exige a estar cerca de los más pobres” y a comprometerse con la educación.
El Arzobispo Primado de México finalizó retomando las palabras que los obispos mexicanos plasmaron en la reciente Carta Pastoral:
“Confiados en el valor de la oración los exhorto a dar gracias a Dios por todos los beneficios que ha recibido nuestra patria, a pedir perdón por las infidelidades de sus miembros, a elevar oraciones por los que murieron en luchas sangrientas, así como pedir la gracia y creatividad en la caridad, necesarias para impulsar, junto con todos los mexicanos, el desarrollo de nuestro país…”
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