Hace muchos años, existieron dos hermanos que eran copropietarios de un rancho agrícola. Uno de ellos era soltero y el otro estaba casado y tenía siete hijos. Los dos hermanos trabajan la tierra con verdadera dedicación y la cosecha siempre era abundante.

Una noche, mientras intentaba dormir, el hermano soltero meditó:
-“No es justo que dividamos la cosecha por cantidades iguales, después de todo mi hermano tiene siete hijos y una mujer que mantener, y en cambio, yo estoy solo”.
Entonces, el hermano soltero se levantó de su cama, fue a su granero y comenzó a llenar un costal con su parte de las ganancias. Luego se dirigió al granero de su hermano y vació todo lo que llevaba en el costal. Así lo hizo cada noche, en las que, a escondidas, llevaba a su hermano parte de sus ganancias.
Al otro lado del terreno, el hermano casado también había pasado la noche pensando:
-“No es justo que dividamos en partes iguales, lo que recogemos. Yo tengo muchos hijos y ellos cuidarán de mi cuando sea un anciano, mientras mi hermano es solo y tiene necesidad de ahorrar para su futuro”.
A partir de esa noche, el hermano casado pasaba también a escondidas, de su bodega a la de su hermano, una gran parte de su cosecha. Hasta que un día, a mitad del camino que ambos recorrían para llegar al granero del otro, se encontraron y sin decir ni una sola palabra, ambos se abrazaron, pues habían comprendido lo que estaba pasando al ver que ambos llevaban costales con parte de sus ganancias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario