
El Pontífice indicó que Santa Juliana "poseía una notable cultura y un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía". Y agregó que a los 16 años tuvo una visión que la llevó a comprender la necesidad de instituir la fiesta del Corpus Cristi, "para que los creyentes adoraran la Eucaristía para aumentar su fe, avanzar en la práctica de las virtudes y reparar las ofensas al Santísimo Sacramento".
Juliana, "confió la revelación a otras dos fervientes adoradoras de la Eucaristía" y las tres "establecieron una especie de ‘alianza espiritual’, con el propósito de glorificar el Santísimo Sacramento", señaló el Vicario de Cristo, y prosiguió explicando que el obispo de Lieja, Robert de Thourotte, tras algunas dudas iniciales, aceptó la propuesta de Juliana y sus compañeras, e instituyó por primera vez, la solemnidad del Corpus Christi en su diócesis. Más tarde, otros obispos lo imitaron, estableciendo la misma fiesta en los territorios confiados a sus cuidados pastorales.
Juliana, dijo el Papa, "tuvo que sufrir la fuerte oposición de algunos miembros del clero y del mismo superior del que dependía su monasterio. Entonces, decidió dejar el convento de Mont-Cornillon con algunas compañeras, y durante diez años, de 1248 a 1258, vivió en distintos monasterios de monjas cistercienses", mientras "continuaba difundiendo con devoción el culto eucarístico. Murió en 1258, en Fosses-la-Ville, Bélgica".

El Papa dijo que "a pesar de que tras la muerte de Urbano IV, la celebración de la fiesta del Corpus Christi se limitaba a algunas regiones de Francia, Alemania, Hungría y del norte de Italia, el Papa Juan XXII, en 1317, la extendió a toda la Iglesia" y tras ello compartió que le reconforta "saber que muchos grupos de jóvenes han vuelto a descubrir la belleza de la adoración a la Santísima Eucaristía. Rezo para que esta ‘primavera eucarística’ se extienda cada vez más en todas las parroquias, especialmente en Bélgica, la patria de Santa Juliana".
Finalmente el Papa Benedicto XVI invitó a "renovar, recordando a santa Juliana de Cornillon, nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía ¡La fidelidad al encuentro con Cristo Eucarístico en la Santa Misa dominical es fundamental para el camino de fe, pero tratemos también de visitar con frecuencia al Señor presente en el sagrario! Precisamente mediante la contemplación en adoración, el Señor nos atrae hacia sí, nos hace penetrar en su misterio, para transformarnos como transformó el pan y el vino".
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