En la Audiencia General de este miércoles 10 de noviembre, el Papa Benedicto XVI recordó su reciente viaje a España, en donde llegó a las ciudades de Santiago de Compostela en ocasión del Año Santo Compostelano o Xacobeo; y a Barcelona en donde dedicó la ahora Basílica Menor de la Sagrada Familia.
En su catequesis el Pontífice destacó que "fui allí para confirmar en la fe a mis hermanos y lo hice como testigo de Cristo resucitado, como sembrador de la esperanza que no defrauda y no engaña".
Luego señaló que en su visita a la catedral de Compostela, "dando con emoción el abrazo tradicional al Santo, pensé en cómo este gesto de acogida y amistad es un signo fuerte de la voluntad de cumplir el mensaje apostólico, que, por una parte, nos compromete a ser custodios fieles de la Buena Nueva que los apóstoles nos han transmitido, sin caer en la tentación de alterarla, disminuirla o doblegarla a otros intereses, y, por otra, nos transforma en incansables mensajeros de la fe en Cristo, a través de la palabra y el testimonio de la vida en todos los ámbitos de la sociedad".
"La fe en Cristo da sentido a Compostela, un lugar espiritualmente extraordinario, que sigue siendo un punto de referencia para la Europa de hoy”, prosiguió el Vicario de Cristo, para así invitar a “preservar y fortalecer la apertura a lo trascendente, así como un diálogo fecundo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética, permitirá construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, responda plenamente a su vocación. Por eso, convencido de las inmensas posibilidades del continente europeo y confiado en su futuro de esperanza invité a Europa a abrirse cada vez más a Dios, favoreciendo así las perspectivas de un encuentro real, respetuoso y solidario con los pueblos y las civilizaciones de otros continentes".
Más tarde, al referirse a su paso por Barcelona, el Santo Padre mencionó que la Basílica Menor de la Sagrada Familia, obra de Antoni Gaudí, "que invita a levantar la mirada y el ánimo al cielo, a Dios", es una obra "espléndida” que contiene mucha “simbología religiosa” y que “nos remite al verdadero santuario, al lugar de culto real, el Cielo, donde Cristo entró para comparecer ante Dios en favor nuestro. El genial arquitecto, en este templo magnífico, ha representado admirablemente el misterio de la Iglesia, a la que los fieles se incorporan por el bautismo como piedras vivas para la construcción de un edificio espiritual".
Con respecto al arquitecto Gaudí, el Sucesor de Pedro insistió que "desde el momento en que aceptó el trabajo de la construcción de esa iglesia”, su vida “estuvo marcada por un cambio profundo" y "sintió la necesidad de prepararse espiritualmente para poder expresar en la realidad material el misterio insondable de Dios".
Benedicto XVI aseguró además, que rezó "intensamente por las familias, células vitales y esperanza de la sociedad y la Iglesia", teniendo en cuenta "a los que sufren, especialmente en estos tiempos de dificultades económicas graves".
También tuvo presente a los jóvenes "para que descubran la belleza, el valor y el compromiso del matrimonio, en el que un hombre y una mujer forman una familia, que con generosidad acoge la vida y la acompaña desde su concepción hasta su fin natural. Todo lo que se hace para apoyar el matrimonio y la familia, para ayudar a quienes más lo necesitan, todo lo que acrecienta la grandeza del ser humano y su dignidad inviolable, contribuye al perfeccionamiento de la sociedad. Ningún esfuerzo es inútil en este sentido".
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