En la audiencia general, celebrada el pasado miércoles 3 de noviembre, el Papa Benedicto XVI habló sobre Margarita de Oingt, nacida hacia en el año 1240, en el seno de "una poderosa familia de la antigua nobleza de Lyon, los Oingt". Luego, aseguró que los católicos pueden aprender de ella, que la vida cotidiana es un camino de purificación para configurarse con Cristo, para amar con el mismo amor que lo llevó a entregarse en la Cruz.
El Santo Padre agregó que "de sus meditaciones intuimos que entró en la Cartuja de Poleteins en respuesta a la llamada del Señor, dejando todo y aceptando la severa regla cartuja, para ser totalmente del Señor, para estar siempre con Él".
"Sabemos que en 1288 se convirtió en la cuarta priora de la Cartuja, cargo que ocupó hasta su muerte, el 11 de febrero 1310. De sus escritos, sin embargo, no hay detalles particulares sobre su itinerario espiritual. Concibe toda la vida como un camino de purificación hasta la plena configuración con Cristo. Él es el libro que hay que escribir, que debe grabarse diariamente en el propio corazón y en la propia vida, especialmente su pasión salvadora", explicó el Pontífice.
El Papa manifestó que "a través de sus escritos, Margarita nos ofrece algún dato sobre su espiritualidad, que nos permite percibir algunos rasgos de su personalidad y de sus dotes de gobierno. Vive una vida llena de experiencias místicas, descritas con sencillez, dejando intuir el misterio inefable de Dios, haciendo hincapié en los límites de la mente al aferrarlo y la insuficiencia del lenguaje humano para expresarlo".
"En el dinamismo de la vida mística, Margarita valora la experiencia de los afectos naturales, purificados por la gracia, como el medio privilegiado para comprender más profundamente y seguir con mayor prontitud y ardor la acción divina. El Dios Uno y Trino, el Dios amor que se revela en Cristo le fascina, y Margarita vive una relación de profundo amor hacia el Señor y, por contraste ve la ingratitud humana hasta la cobardía, hasta la paradoja de la cruz", señaló el Vicario de Cristo.
Benedicto XVI concluyó alentando a los fieles a seguir la invitación de Margarita de Oingt "a meditar cotidianamente la vida de dolor y de amor de Jesús y de su Madre, María. Aquí está nuestra esperanza, el sentido de nuestra existencia. De la contemplación del amor de Cristo por nosotros nacen la fuerza y la alegría de responder con el mismo amor, poniendo nuestra vida al servicio de Dios y de los demás".
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