miércoles, 17 de noviembre de 2010

Santo de la semana

Beata María de la Pasión
15 de Noviembre

Hélène Marie Philippine de Chappotin de Neuville, conocida como María de la Pasión, nació el 21 de mayo de 1839 en Nantes, Francia, cobijada por una noble y cristiana familia, por lo que desde la infancia manifestó una profunda fe.

En abril de 1856, durante unos ejercicios espirituales, tuvo una primera experiencia con Dios, quien la llamó a una vida de consagración total, lo cual se vio obstaculizado por la inesperada muerte de su madre. Sin embargo, para diciembre de 1860, con el consentimiento del obispo de Nantes, entró con las Clarisas, al ser atraída por el ideal de sencillez y pobreza de San Francisco.

El 23 de enero de 1861, siendo aún postulante, nuevamente tuvo una profunda experiencia con Dios, quien la invitó a ofrecerse víctima por la Iglesia y el Papa.
Poco después cayó gravemente enferma, lo que le obligó a dejar el monasterio. Luego de su restablecimiento, su confesor la orientó para ingresar a la Sociedad de María Reparadora, donde fue admitida en mayo de 1864, y el 15 de agosto del mismo año, en Toulouse, recibió el hábito con el nombre de María de la Pasión.

En marzo de 1865, la nueva novicia fue enviada a India, al Vicariato apostólico confiado a la Compañía de Jesús, donde las Reparadoras tienen como tarea principal la formación de las religiosas de una congregación autóctona y otras actividades apostólicas. Ahí, el 3 de mayo de 1866 pronunció los votos temporales. Seguidamente, debido a sus dones y virtudes, María de la Pasión fue designada como superiora local y en julio de 1867, obtuvo el cargo de provincial de los tres conventos de las Reparadoras.

Para 1876, María de la Pasión y otras muchas religiosas se vieron obligadas a dejar la Sociedad de María Reparadora, por lo que la ahora beta acudió a Roma para regularizar esta situación, obteniendo el 6 de enero de 1877, la autorización del Papa Pío IX, para fundar un nuevo Instituto, al que se le denominó “Misioneras de María”.

En junio de 1882, la Sierva de Dios regresó a Roma para resolver las dificultades que amenazaban con obstaculizar la estabilidad y el crecimiento del joven Instituto, encontrándose como respuesta, la autorización para fundar una casa en Roma. Y llevada por circunstancias providenciales, encontró la orientación franciscana indicada por Dios veintidós años antes.

El 4 de octubre de 1882, en la iglesia del Aracoeli es recibida en la Tercera Orden de San Francisco y entra en relación con el Siervo de Dios, Padre Bernardino de Portogruaro, ministro general de la Orden de Frailes Menores, que en sus pruebas le apoyó con paternal solicitud.

La beata María de la Pasión no se detuvo ante su llamado misionero que le indicaba debía ayudar a los pobres y abandonados, e igualmente le interesó la promoción de la mujer y la situación social.

Su intensa actividad y su dinamismo brotaron de la contemplación de los grandes misterios de la fe, ya que para ella todo confluye en la Unidad-Trinidad de Dios Verdad-Amor, que se da a nosotros a través del misterio pascual de Cristo. Jesús Eucaristía es para ella «el gran misionero». Con estos principios, abre a su Instituto los horizontes de la misión universal, cumplida en el espíritu evangélico de sencillez, pobreza y caridad de Francisco de Asís.

Pese a todo el trabajo que tenía que realizar, la beata encontró tiempo para redactar numerosos escritos de formación, y para mantener una frecuente correspondencia con sus misioneras esparcidas por el mundo, invitándolas con insistencia a una vida de santidad.

Agotada por las fatigas de incesantes viajes y por el trabajo cotidiano, María de la Pasión, tras una breve enfermedad, falleció en San Remo el 15 de noviembre de 1904, dejando más de dos mil religiosas y ochenta y seis casas insertas en cuatro continentes.

El 5 marzo de 2002, se reconoce la curación de una religiosa, un milagro que Dios concede por intercesión de la Venerable, con lo que el 23 de abril de 2002, en presencia del Sumo Pontífice Juan Pablo II, es promulgado el Decreto que abre el camino a la Beatificación de esta Venerable Sierva de Dios.

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