En la Audiencia General del miércoles 11 de mayo, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI recordó que vivimos una época en la que “Dios parece haber desaparecido de varios o parece haberse convertido en una realidad hacia la cual se permanece indiferente”. Luego indicó que pese a esto, hay signos que nos indican “un redescubrimiento de la importancia de Dios para la vida del hombre, una exigencia de espiritualidad, de superar una visión puramente horizontal”.
En su mensaje, el Santo Padre señaló que el Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "incluso luego de haber perdido la semejanza con Dios a causa del pecado, el hombre permanece a imagen de su Creador. Él conserva el deseo de aquel que lo llama a la existencia" y agregó que “el ser humano es religioso por naturaleza, es homo religiosus como es homo sapiens y homo faber: "el deseo de Dios –afirma también el Catecismo– está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios".
“La imagen del Creador está impresa en su ser y siente la necesidad de encontrar una luz para dar una respuesta a los interrogantes sobre el sentido profundo de la realidad; una respuesta que no puede encontrar en sí mismo, en el progreso, en la ciencia empírica”, prosiguió el Sucesor de Pedro.
Más adelante al destacar la importancia de la oración, compartió que “Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos de la historia, define la oración como la "expresión del deseo que el hombre tiene de Dios". Esta atracción hacia Dios, que Dios mismo ha puesto en el hombre, es el alma de la oración, que se reviste luego de muchas formas y modalidades según la historia, el tiempo, el momento, la gracia y pese al pecado de cada orante”.
Y dijo también, que orar “es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, es un modo de ser ante Dios antes que el cumplimiento de actos de culto o pronunciar palabras”. “La oración que es apertura y elevación del corazón a Dios, se convierte así en relación personal con Él”, continuó el Papa.
Por último, el Pontífice invitó a “pasar más tiempo ante Dios, ante Dios que se ha revelado en Jesucristo, aprendamos a reconocer en el silencio, dentro de nosotros mismos, su voz que nos llama y nos reconduce a la profundidad de nuestra existencia, a la fuente de la vida y la salvación, para superar el límite de nuestra vida y abrirnos a la medida de Dios, a la relación con Él, que es Infinito Amor".
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