La mañana del lunes 2 de mayo, durante la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro como acción de gracias por la beatificación del Papa Juan Pablo II, el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, recordó que en el funeral del Pontífice "hubo un momento en que el viento cerró las páginas del Evangelio colocado en el ataúd. Era como si el viento del Espíritu quisiera marcar el final de la aventura humana y espiritual de Karol Wojtyla, iluminada por el Evangelio de Cristo".
"Con este Libro, descubría el plan de Dios para la humanidad, para su persona, pero también aprendía cómo era Cristo, su rostro, su amor, que para Karol siempre fue una llamada a la responsabilidad", explicó.
Poco después, el Cardenal Bertone destacó que Juan Pablo II "era un hombre de fe, un hombre de Dios. Su vida era una oración constante, que abrazaba con amor a todos los habitantes de nuestro planeta, creados a imagen y semejanza de Dios, y por eso dignos del mayor respeto; redimidos por la muerte y resurrección de Cristo, y por eso convertidos realmente en gloria viviente de Dios".
"Gracias a la fe, que se expresaba sobre todo en la oración, Juan Pablo II fue un verdadero defensor de la dignidad de todo ser humano y no un mero luchador por ideologías políticas y sociales", manifestó al tiempo que insistía que la oración del nuevo beato, "también era una constante intercesión por toda la familia humana, por la Iglesia, por cada comunidad de creyentes en toda la tierra".
En su mensaje, el Secretario de Estado Vaticano también comentó que en este día "damos las gracias al Señor por habernos dado un Pastor como él. Un Pastor que sabía leer los signos de la presencia de Dios en la historia humana y anunciaba después sus grandes obras en todo el mundo, en todas las lenguas. Un Pastor que había arraigado dentro de sí el sentido de la misión, del compromiso de la evangelización, de anunciar la Palabra de Dios por doquier".
"Hoy damos gracias al Señor por habernos dado un Testigo como él, tan creíble, tan transparente, que nos ha enseñado cómo debemos vivir la fe y defender los valores cristianos, comenzando por la vida, sin complejos, sin miedo; cómo debemos testimoniar la fe con valentía y coherencia, testimoniando las Bienaventuranzas en la experiencia cotidiana", puntualizó.
El Prelado alentó a estar agradecidos con Dios por "habernos dado un Papa que supo dar a la Iglesia Católica no sólo una proyección universal y una autoridad moral universal nunca antes conocidas, sino también, especialmente con la celebración del Gran Jubileo del 2000, una visión más espiritual, más bíblica, más centrada en la palabra de Dios" y que con ello, brindó “una Iglesia que ha sabido renovarse, impulsar una ‘nueva evangelización’, intensificar los lazos ecuménicos e interreligiosos, y también encontrar las vías de un diálogo fructífero con las nuevas generaciones".
Por último, el Cardenal Tarcisio Bertone exhortó a también agradecer al Señor "por habernos dado un santo como él. Era un hombre verdadero, porque estaba inseparablemente unido a Aquel que es la Verdad. La suya era una santidad vivida, sobre todo en los últimos meses, en las últimas semanas, en plena fidelidad a la misión que se le había confiado, hasta la muerte".
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