Al presidir el Ángelus del domingo 20 de febrero, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a ser santos, amando a todos incluso a los enemigos y a quienes los persiguen. Al referirse a la exhortación que hace Jesús en el Evangelio, señaló que "quien acoge al Señor en la propia vida y lo ama con todo el corazón es capaz de un nuevo inicio. Logra cumplir la voluntad de Dios y realizar una nueva forma de existencia animada por el amor y destinada a la eternidad".
"Gran cosa es el amor -leemos en el libro de la Imitación de Cristo- un bien que hace ligera toda cosa pesada y soporta tranquilamente toda cosa difícil. El amor aspira a salir en alto, sin entretenerse con cosas terrenas. Nace de Dios y solo en Él puede encontrar reposo", agregó el Pontífice para después comentar que el martes 22 de febrero la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro, a quien Cristo "confió la tarea de Maestro y Pastor para la guía espiritual del pueblo de Dios, para que pueda llegar al Cielo. Exhorto por ello a todos los pastores a asimilar ese nuevo 'estilo de vida' que ha sido inaugurado por el Señor Jesús y ha sido propio de los Apóstoles".
Por último, el Vicario de Cristo aseguró que "las lecturas de este domingo nos orientan hacia la alegría de la reconciliación. El Señor nos invita a hacer actos concretos de perdón: este amor efectivo al prójimo es capaz de cambiar el orden del mundo al rechazar su falsa sabiduría y los ídolos que nos propone".
"¡Que el Espíritu Santo que habita en nosotros sea fuente de discernimiento, de fuerza y generosidad para testimoniar la verdad del Evangelio en nuestra vida cotidiana!", dijo, para concluir invocando a la Virgen María, "Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos enseñe a amarnos los unos a los otros y a acogernos como hermanos, hijos del mismo Padre celeste".
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