Al mediodía del pasado domingo 6 de febrero, el Cardenal Norberto Rivera Carrera señaló durante su homilía, que a algunas personas no les agrada que los sacerdotes o el Papa hablen a cerca de los actuales problemas éticos, sociales, políticos, económicos y familiares, e insistió que “anunciar a Jesucristo sin relación a las realidades del mundo, sería mutilar el Evangelio”.
Junto con ello, el Prelado recordó la invitación de Jesús para que seamos sal de la tierra y luz del mundo, asegurando que sin el Señor, “nuestro mundo sería insípido” y que sin su luz “las tinieblas ya habrían cubierto la faz de la tierra” y “caminaríamos a tientas”.
El Cardenal expresó que “esta encomienda de ser sal y luz del mundo, que Jesucristo recibió de su Padre”, nos la transmite por medio del bautismo, y agregó que “por eso el mismo San Pablo nos dice: “Ustedes eran tinieblas, ahora son luz en el Señor”; luego remarcó que “hemos sido elegidos y enviados para manifestar a Cristo, hemos sido incorporados a Cristo para ser sus miembros, para ser su rostro, hemos sido elegidos para ser testigos suyos en medio del mundo”.
En su mensaje, el Arzobispo Primado de México destacó que para ser luz y sal, tenemos que incorporarnos a Jesús, “vivir intensamente nuestra experiencia cristiana, comunicando a los demás la luz, la alegría y la capacidad de amar, que la presencia de Cristo nos da; trabajar para que nuestros hermanos, que aún no han descubierto la presencia de Cristo en sus vidas, se den cuenta como sólo Él puede dar el verdadero sentido a nuestra vida”, ya que Jesús es la verdadera alegría, y quien nos da las fuerzas para no desfallecer, así como “el valor para vencer el mal con el bien”.
También reiteró que para llevar a cabo esta labor, nos ayudará el practicar las llamadas obras de misericordia, como el compartir nuestro pan y nuestro techo con los que carecen de él, pues al hacer el bien, brillaremos en las tinieblas.
Más adelante, el Arzobispo afirmó que existe un grave problema en nuestro continente, y es “la separación que hacemos entre el culto a Dios y la vida de todos los días”, como si nadie tuviera que enterarse de que practicamos nuestra religión católica, ni siquiera nuestra familia, y lo justificamos diciendo que las circunstancias han cambiado y que es imposible realizar estas obras de misericordia con la gente de nuestra ciudad.
“Es cierto que las circunstancias han cambiado, pero también han cambiado las posibilidades y las modalidades para poder cumplir esas obras de amor y de justicia social, por las cuales podemos ser luz del mundo y sal de la tierra”, y comentó que “ante los males que se han arraigado en nuestra sociedad, cada día se abren mayores posibilidades de participación en proyectos educativos, de producción, de salud, de vivienda. Ante las injusticias y atropellos que sufren los más débiles, las oportunidades de participar, van creciendo, no sólo en la denuncia, sino en programas de concientización sobre los derechos humanos y sobretodo en programas de promoción y de dignificación social”, declaró.
Por último, el Cardenal Rivera Carrera aseguró que el mundo para el que debemos ser sal y luz, comienza en nuestra familia y se expande a todo lo que nos rodea, como el trabajo, los ambientes de diversión y los lugares donde nos desenvolvemos. Explicó también, que es una gran responsabilidad que suele ser difícil, y que “por esto debemos acercarnos continuamente a Jesucristo para encender nuestra lámpara, por esto debemos recibir continuamente a nuestro Salvador y así tener la fuerza transformadora que tiene la sal”.
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