
Instantes después, la niña comenzó a sentir un fuerte viento que la obligó a levantar su cabeza, en ese momento, frente a una gruta, se le apareció una hermosa mujer vestida de blanco, ceñida con un cinturón azul, y que llevaba un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie.
Bernardita no podía creerlo, así que comenzó a limpiarse los ojos, pues consideraba aquello como una visión. La Señora le saludó inclinando la cabeza, y tras sonreírle, comenzó a hacerle señas para que se acercara. Bernardita no sabía que hacer, no sentía miedo, pues no tenía deseos de huir, quería quedarse ahí durante horas para contemplar a la Señora.
Lo único que se le ocurrió a la niña fue sacar su rosario, se arrodilló y comenzó a orar. Cuando Bernardita se santiguaba, la mujer lo hacía también y mientras la niña pasaba las cuentas de su rosario, la Señora hacía lo mismo en silencio. Al terminar el rezo, la Señora sonrió a Bernardita y retrocedió en las sombras de la gruta hasta desaparecer.
Tiempo después, la niña se reencontró con la Señora en aquella gruta; y al enterarse la madre de Bernardita, la mujer decidió prohibirle a su hija que regresara a ese lugar, pues consideraba que lo que decía la niña, eran mentiras. Tras la insistencia de algunas personas, los padres de la niña aceptaron que regresara a la gruta, y así, el 18 de febrero del mismo año, acudió acompañada de los curiosos que deseaban ver a la mujer de la túnica blanca. Al llegar, rezaron el Santo Rosario, y durante el tercer misterio, la Señora se apareció nuevamente. En ese momento, Bernardita comenzó a gritar que la hermosa mujer se encontraba ahí, pero sólo ella podía verla.

Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, solicitando rezar y hacer penitencia por los pecadores, además de que inexplicablemente, junto al lugar de las apariciones, brotó una fuente de agua, a la que se le atribuyen miles de curaciones milagrosas.
El mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, se resume en que es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes por Pio IX (1854), al mismo tiempo que Ella misma se presenta como Madre y modelo de pureza para el mundo que está necesitado de esta virtud.
La Madre de Dios derramó innumerables gracias de sanaciones físicas y espirituales, para que nos convirtamos a Cristo en su Iglesia. También es una exaltación a las virtudes de la pobreza y humildad, aceptadas cristianamente al escoger a Bernadette como instrumento de su mensaje.
Algo que destaca la Virgen de Lourdes es la Cruz, pues repitió constantemente la importancia de ser feliz en la otra vida y no

El 2 de marzo la Virgen le dijo a Bernardita que avisara a los sacerdotes que Ella deseaba que le construyeran allí un templo. En 1876, se edificó la actual Basílica, la cual, es ahora uno de los lugares de peregrinación más importantes para la Iglesia Católica.
Luego de la última aparición ocurrida el 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las hermanas enfermeras, a la edad de 22 años, donde permaneció hasta su muerte a los 34 años. Bernardita fue canonizada por el Papa Pío XI el 8 de diciembre de 1933.
La fiesta de Nuestra Señora de Lourdes se celebra el día de su primera aparición, el 11 de febrero.
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