viernes, 10 de junio de 2011

Misionero en África asegura que pobreza “es una injusticia que grita el cielo”

El sacerdote argentino Pedro Opeka, misionero en Madagascar (África), viajó a Roma para dar testimonio de su experiencia como misionero y sensibilizar al mundo sobre la posibilidad de erradicar la pobreza.

Durante la entrevista concedida a ACI Prensa el pasado 9 de junio, el religioso aseguró: "¡Los pobres me han evangelizado!", y luego manifestó que desea hacer llegar al mundo el mensaje del Evangelio para que todos “en este planeta seamos hermanos, que nos ayudemos los unos a los otros. No puede ser que en este mundo que hay tantas riquezas haya un millar de personas que viven con el hambre en el estómago, es una injusticia que grita el cielo".

El Padre Pedro, quien vive en Madagascar desde hace 40 años, recordó que "es todo un continente el que sufre, África y Madagascar", seguidamente expresó: "Yo levanto la voz y grito ¡basta!, basta de discursos, ¡tenemos que obrar, tenemos que actuar y ayudar al continente que tiene hoy millones de niños que están en peligro y que mueren por razones por las que no deberían morir!".

"Mi mensaje es de solidaridad, compartir lo que tenemos, porque las riquezas que tenemos nos han sido dadas para compartirlas, porque lo que yo no necesito se pierde, hay un proverbio indio que dice eso, ¿por qué guardar algo si hay un hermano que lo necesita?", indicó.

Por último, el misionero insistió: "yo puedo decir hoy, es posible vencer la pobreza, es posible devolver a los pobres su dignidad de hijo de Dios", "vivo en medio de un pueblo pobre, que vivía en la extrema pobreza, y con dignidad, con fe, con compasión, nos levantamos de esta pobreza extrema".

Este sacerdote, al ver la situación de indigencia y pobreza que reinaba en Antananarivo, (la capital de Madagascar, donde misiona desde 1976), sus suburbios, y especialmente los basureros donde la gente vivía en casas de cartón y los niños se disputaban la comida con los cerdos, tomó la decisión de hacer algo por los pobres.

En el año 1990 fundó con la ayuda de a un grupo de jóvenes, la Asociación Humanitaria Akamasoa, que lengua malgache significa "Los Buenos Amigos", la cual se dedica a servir a los más necesitados. Más tarde, con ayuda del exterior y el trabajo de la gente de Madagascar, comenzaron a fundar pequeños poblados, escuelas, dispensarios, pequeñas empresas y hasta un hospital.

Por su labor, el Padre Opeka ha sido propuesto al Premio Nobel de la Paz, además ha recibido un gran número de premios, como el Caballero de la orden Nacional de Madagascar de 1996, el Premio Paloma de Oro de Eslovenia de 1996, Oficial de la Orden Nacional del Mérito de Francia de 1998.

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