miércoles, 8 de junio de 2011

Dios concede beato para España y México a 345 años de iniciada su causa

En la Catedral de la Asunción, ubicada en el Burgo de Osma, en España, el domingo 5 de junio se llevó a cabo una celebración especial con la que se beatificó a Juan de Palafox y Mendoza, quien fuera Arzobispo y Virrey de la Nueva España.

Durante la ceremonia se dio lectura al decreto de Beatificación que el Santo Padre Benedicto XVI concedió a las diócesis de Osma y Puebla de México, después de que el Cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, concluyera un largo proceso para reconocer a Palafox entre los beatos católicos.

Por fin, tras 345 años de haber iniciado dicho proceso de canonización, cientos de sacerdotes, religiosos y laicos, además de varios obispos y arzobispos de México y España, entre los que figuraron: Angelo Amato y Antonio Cañízares, prefectos de dicasterios vaticanos; el Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela; el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera; y el Arzobispo emérito de Sevilla, Cardenal fray Carlos Amigo Vallejo, participaron de éste festejo.

En el evento, el Obispo de Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar Viciosa agradeció al Santo Padre Benedicto XVI por haber concedido a los pueblos de México y España el inscribir en el libro de beatos a Juan de Palafox y Mendoza, cuya causa fue abierta en España en 1666 y en 1668 en Puebla, y más tarde fuera retomada por Mons. Rosendo Huesca Pacheco, arzobispo emérito de Puebla, junto con el Obispo Francisco, entonces titular de Osma-Soria.

Reciben reliquias de Palafox, destinadas a catedrales de México y Puebla

Tras la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza, en una ceremonia privada, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, obispo de Osma-Soria entregó a Mons. Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla, las reliquias del ahora beato, destinadas a las catedrales de México y Puebla.

Los objetos de veneración entregados al pueblo mexicano, constan de varios fragmentos óseos del Beato (reliquias de primer grado), y un paño rojo que perteneció al Virrey en su estancia en Osma, que se convirtió en una reliquia de segundo grado. Con ello, también hizo entrega de los documentos oficiales, lagrados y firmados que constatan la veracidad de las reliquias y su constitución exacta.

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