jueves, 31 de marzo de 2011

Misionera mexicana describe situación actual en Japón

El pasado 28 de marzo se difundió el testimonio de María Matilde Núñez, religiosa mexicana, que es una de las 48 integrantes de la Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento (fundada en México y presente en Japón desde 1951), quienes asisten a los damnificados en la diócesis de Saitama, Japón.


La religiosa agradeció la atención de los medios de comunicación al respecto de ésta tragedia, y al mismo tiempo pidió “que no abulten los hechos, que no digan solo lo negativo, que no se inventen las cosas sembrando pesimismo y alarma entre todos”. En la carta enviada por la Hermana María Matilde, también se describe que en Tokio todo está volviendo a la normalidad y que “respecto al problema de la central nuclear, esperemos que pronto se tenga bajo control, al menos lo que sea posible en ese terreno. La Embajada de México casi diariamente nos está informando con bastante objetividad sobre la situación, nos transmite las notas informativas de la OIEA y de los técnicos japoneses y sobre lo que están haciendo día a día. Así nos enteramos de la situación real en que nos encontramos y a la cual estamos haciendo frente”.


Al respecto de los refugiados, la misionera indicó que “son más de 2 000 los refugios improvisados para las personas que perdieron todo con el terremoto o que sus casas fueron arrasadas por el tsunami. En algunos de estos albergues se encuentran cientos y hasta miles de personas, con carencia de luz, agua, alimentos, soportando el frío invernal. Ya el gobierno se ha movilizado para hacer puentes aéreos y hacer llegar a estas personas alimentos, ropa, etc. mientras se logra su movilización a otros lugares”.


Además compartió que al igual que las empresas, “grupos de personas civiles se han organizado en el norte, cerca de Hokkaido y llevan a los damnificados verduras y carne para que reciban algo más nutritivo. Las mismas personas refugiadas se ofrecen a trabajar para cocinar y darles a los ancianos y niños”.


“De otras partes cercanas les llevan grandes botes de leche recién ordeñada y la hierven con maderas de los escombros para distribuirla especialmente a los niños y ancianos”, agregó, explicando que “naturalmente, no se puede llegar a todos lados” y que donde no ha podido llegar la ayuda, la gente se ha movilizado al buscar “entre los escombros utensilios o algo de las despensas, recogen el arroz sucio y mezclado con el lodo para lavarlo y cocinarlo en improvisados peroles. Con el agua de la nieve se asean y cocinan”. Recuerda que incluso los niños, al no tener clases, “se han ofrecido para dar masajes a los viejitos, lavarles los pies con agua caliente, o llevarles un poco de alegría y esperanza”. Por otra parte, “los médicos y enfermeras que lograron salvarse se han seguido ofreciendo voluntariamente para atender a las personas que lo necesiten”. “Realmente la generosidad y la solidaridad son ejemplares”.


Antes de despedirse, la religiosa mexicana destacó dos milagros que sucedieron a raíz de la catástrofe, el primero de ellos lo protagonizaron un joven y su abuela, quienes estuvieron sepultados nueve días en los escombros hasta que la réplica del sismo permitió que se abriera una salida por donde el joven se asomó en busca de ayuda, cuyos débiles gritos fueron escuchados por los rescatistas.

El otro caso es el de Hiroko Sato una mujer embarazada que “fue arrastrada por el tsunami a bordo del automóvil de su hermano junto a su cuñada y sus dos sobrinos. Salieron de auto y se aferraron a un tatami (tabla gruesa de paja que sirve de suelo en las casas japonesas) mientras eran arrastrados por la corriente”, como pudieron, remaron hasta la parte alta de un edificio, “donde fueron rescatados por un bote varias horas después”.


“Por último no quiero dejar de mencionar que muchos países han ofrecido ayuda a Japón y todos lo agradecemos profundamente. Yo he recibido varios emails de personas japonesas que conozco dándome las gracias por el equipo de rescate que llegó de México inmediatamente y por otras señales de solidaridad que han recibido”, escribió la misionera María Matilde Núñez.


Para leer el relato completo visite:
http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=358

No hay comentarios:

Publicar un comentario