Seguidamente expresó que todos aquellos que nos reconocemos pecadores, podemos identificarnos con ésta mujer, quien a pesar de sus debilidades, continúa abierta a Dios y al igual que ella, esperaremos “una intervención salvadora de la misericordia divina, la cual ciertamente llegará, ya que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”.
En su reflexión, el Arzobispo Primado de México manifestó que con el diálogo que Jesús entabla con la samaritana, se rompe el prejuicio religioso de aquél tiempo, que se había pronunciado contra los samaritanos y contra las mujeres.
Luego, el Prelado dijo que el Hijo de Dios también reveló a la mujer, el verdadero rostro de Dios, a quien hay que adorar en espíritu y en verdad, e invitó a abrirnos a Él, “con la confianza de un hijo que se sabe amado y siempre perdonado”.
Más adelante explicó que la Iglesia en nuestro Continente, siguiendo el ejemplo de Jesús, “se siente comprometida a intensificar su preocupación por las mujeres y a defenderlas de modo que la sociedad en América ayude más a la vida familiar fundada en el matrimonio, proteja más la maternidad y respete más la dignidad de todas las mujeres”.
Por otra parte, comentó que en varias regiones de nuestro continente, existen muchas mujeres que aún sufren la discriminación y por eso la Iglesia insiste en apreciar la dignidad humana y denunciar las acciones contrarias al plan de Dios.
“Siguiendo el ejemplo de Jesús con la samaritana, la Iglesia debe acercarse a toda mujer para ofrecerle salvación, dignidad y nuevas perspectivas de vida y nunca para que sea víctima de violencia física y sicológica, ya sea a nivel intrafamiliar o en su centro de trabajo; pero tampoco para que la misma mujer sea instrumento de muerte y de violencia en su misma familia, siguiendo la invitación de aquellos que quieren justificar el aborto”, declaró.
“El encuentro de Jesús con la samaritana es un ejemplo clarísimo de cómo Jesús acepta y valora a la mujer”, agregó el Cardenal, para concluir no sin antes hacer hincapié en que en la Iglesia, "la mujer participa de los dones de Cristo y difunde su testimonio por la vida de fe y de caridad, como la samaritana; como las mujeres que acompañaron y sirvieron al Señor con sus bienes; las mujeres valientes presentes al pie de la cruz en el momento supremo de nuestra redención; son las mujeres las que primero dan la buena nueva de la resurrección del Señor” y de ésta manera recordó el papel de la mujer dentro de la sociedad.
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