El
pasado 11 de marzo durante la eucaristía del mediodía, en el Templo Expiatorio
a Cristo Rey, Antigua Basílica de Guadalupe el capellán de dicho recinto, Mons.
Pedro Agustín Rivera Díaz en compañía de los fieles, recibieron una reliquia
traída del Monte Calvario, ubicado en las afueras de Jerusalén, donde el Hijo
de Dios fue crucificado por la salvación de la humanidad.
Seguidamente
comentó que en su visita a México, el Papa Benedicto XVI “viene para renovar y
reforzarnos en la fe, viene para invitarnos a que conociendo la fe la
compartamos con todos los hombres y mujeres”, exhortándonos a participar
activamente en la misión de la Iglesia. Junto con ello, destacó que los fundamentos
de nuestra fe se encuentran en el Catecismo de la Iglesia Católica, en donde
podemos descubrir cuatro pilares: “aquello que nosotros creemos, el Credo;
aquello que nosotros vivimos, los mandamientos; aquello que nosotros
celebramos, los Sacramentos; aquello que nosotros oramos, el Padre Nuestro, por
ejemplo”.
“La
fe no es para vivirla solos, sino para vivirla en comunidad, y cuando nos
reunimos los domingos en la misa, no lo hacemos por obligación o devoción, sino
como un acto de amor, como un acto de correspondencia al amor que Dios nos
tiene. Y entonces, los domingos nos reunimos para escuchar su palabra y para
alimentarnos del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, para entrar en comunión con
Él, para reconciliarnos con nosotros mismos, para entrar en comunión con
aquellos que nos rodean”, señaló Mons. Rivera Díaz.
Por
otra parte, el sacerdote destacó que “Los mandamientos son parte esencial de
nuestra fe, de nuestra manera de ser católicos, por lo mismo, los mandamientos
no pueden quedarse en una parte secundaria de nuestra fe. Son mandatos de Dios
y un mandamiento se cumple. En la medida en que nosotros nos esforzamos en
conocer, en amar y hacer vida los mandamientos, seremos felices, seremos
mejores cristianos, seremos mejores hijos de Dios”.
Al
concluir la Misa, los fieles pudieron acercarse a besar la reliquia, una
pequeña piedra traída del lugar donde fue colocada la cruz en la que el Hijo de
Dios se ofreció al Padre, por los pecados de la humanidad.
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