jueves, 1 de marzo de 2012

Homilía del Cardenal Norberto Rivera Carrera


Durante la celebración del mediodía, el Cardenal Norberto Rivera Carrera manifestó que en el tiempo de Cuaresma la liturgia nos invita a la conversión, la cual se da a través de un cambio de mentalidad surgido desde nuestro interior, desde nuestra mente y nuestro corazón.

Fue así como el pasado 26 de febrero, el Prelado indicó que la conversión a la que nos llama Jesús es “algo eminentemente positivo” porque implica corregir el camino equivocado para transitar por la senda adecuada, que nos conduce a donde realmente queremos llegar. “Es cierto que en ocasiones resulta doloroso o molesto echar marcha atrás, poner reversa, rectificar el camino”, agregó para después motivar a los fieles a abandonar el camino que puede llevarlos a la autodestrucción.

En su homilía del primer domingo de Cuaresma, el Arzobispo Primado de México también explicó que este cambio debe darse en las diversas áreas de nuestra vida, guiados con “la brújula del plan de Dios”, ya que  “No sólo se trata de cambiar por cambiar”, sino de practicar los valores proclamados por Jesús.

"¿Para quién es el llamado a la conversión? Por supuesto que en primer lugar para nosotros, los miembros vivos de la Iglesia, para nosotros que nos llamamos cristianos, porque, como decía Su Santidad Juan Pablo II, la Iglesia no puede cruzar el umbral del nuevo milenio, sin animar a sus hijos a purificarse en el arrepentimiento de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes".

Más adelante señaló que muchos reconocemos la importancia del cambio, sin embargo, consideramos que son los demás quienes deben efectuarlo.

"Todos nosotros vemos la necesidad del cambio, pero pensamos que los demás son los que tienen que cambiar porque pensamos que las causas de nuestros males están en el mal gobierno, en que la Iglesia no anda bien, en los partidos, los empresarios, los medios de comunicación, los jóvenes, los de izquierda, los de derecha, mi esposa, mis hijos, mis papás. Todos andan mal, ellos son los que tienen que cambiar. Quizá no llegamos a ver la necesidad de cambiar nosotros".

Por otra parte, el Arzobispo destacó que “antes de celebrar los sagrados misterios, la Iglesia se presenta como pecadora y pide perdón por los pecados de sus hijos” y que además, en el Evangelio Jesús ofrece numerosos ejemplos de conversión y de cambio de vida, con los que cualquiera puede identificarse. Así, mencionó a la mujer adúltera que no se refugió en excusas ni pretextos, sino que se arrepintió frente a Jesús. Otro caso conocido, ha sido el de Saulo de Tarso, quien comenzó una vida nueva luego de haber perseguido y asesinado a varios cristianos.

"Hoy que vemos a Jesús tentado por Satanás, recordemos que la gran tentación para nosotros es sufrir el endurecimiento del corazón, no sentir la necesidad de cambio, cerrar nuestra vida a Dios y al prójimo. El único pecado que Dios no puede perdonar es precisamente el pecado contra el Espíritu Santo, que consiste precisamente en eso, en una esclerocardía, que quiere decir, un endurecimiento del corazón".

Por último, el Cardenal Rivera alentó a “Que en esta Cuaresma y siempre, la palabra de Dios sea nuestra luz y nuestra fuerza, para vencernos a nosotros mismos y vencer la tentación”.

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