Durante
la celebración del mediodía, el Cardenal Norberto Rivera Carrera manifestó que
en el tiempo de Cuaresma la liturgia nos invita a la conversión, la cual se da
a través de un cambio de mentalidad surgido desde nuestro interior, desde nuestra
mente y nuestro corazón.
Fue
así como el pasado 26 de febrero, el Prelado indicó que la conversión a la que
nos llama Jesús es “algo eminentemente positivo” porque implica corregir el
camino equivocado para transitar por la senda adecuada, que nos conduce a donde
realmente queremos llegar. “Es cierto que en ocasiones resulta doloroso o
molesto echar marcha atrás, poner reversa, rectificar el camino”, agregó para
después motivar a los fieles a abandonar el camino que puede llevarlos a la
autodestrucción.
En
su homilía del primer domingo de Cuaresma, el Arzobispo Primado de México
también explicó que este cambio debe darse en las diversas áreas de nuestra
vida, guiados con “la brújula del plan de Dios”, ya que “No sólo se trata de cambiar por cambiar”,
sino de practicar los valores proclamados por Jesús.
"¿Para quién es el llamado a la conversión? Por supuesto que en primer
lugar para nosotros, los miembros vivos de la Iglesia, para nosotros que nos
llamamos cristianos, porque, como decía Su Santidad Juan Pablo II, la Iglesia
no puede cruzar el umbral del nuevo milenio, sin animar a sus hijos a
purificarse en el arrepentimiento de errores, infidelidades, incoherencias y
lentitudes".
Más
adelante señaló que muchos reconocemos la importancia del cambio, sin embargo,
consideramos que son los demás quienes deben efectuarlo.
"Todos nosotros vemos la necesidad del cambio, pero pensamos que los demás
son los que tienen que cambiar porque pensamos que las causas de nuestros males
están en el mal gobierno, en que la Iglesia no anda bien, en los partidos, los
empresarios, los medios de comunicación, los jóvenes, los de izquierda, los de
derecha, mi esposa, mis hijos, mis papás. Todos andan mal, ellos son los que
tienen que cambiar. Quizá no llegamos a ver la necesidad de cambiar nosotros".
Por
otra parte, el Arzobispo destacó que “antes de celebrar los sagrados misterios,
la Iglesia se presenta como pecadora y pide perdón por los pecados de sus hijos”
y que además, en el Evangelio Jesús ofrece numerosos ejemplos de conversión y
de cambio de vida, con los que cualquiera puede identificarse. Así, mencionó a la
mujer adúltera que no se refugió en excusas ni pretextos, sino que se
arrepintió frente a Jesús. Otro caso conocido, ha sido el de Saulo de Tarso,
quien comenzó una vida nueva luego de haber perseguido y asesinado a varios cristianos.
"Hoy que vemos a Jesús tentado por Satanás, recordemos que la gran
tentación para nosotros es sufrir el endurecimiento del corazón, no sentir la
necesidad de cambio, cerrar nuestra vida a Dios y al prójimo. El único pecado
que Dios no puede perdonar es precisamente el pecado contra el Espíritu Santo,
que consiste precisamente en eso, en una esclerocardía, que quiere decir, un
endurecimiento del corazón".
Por
último, el Cardenal Rivera alentó a “Que en esta Cuaresma y siempre, la palabra
de Dios sea nuestra luz y nuestra fuerza, para vencernos a nosotros mismos y
vencer la tentación”.
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