miércoles, 4 de agosto de 2010

Testimonio

Conocer a Cristo me cambió la vida

Aproximadamente hace dos años, me inicié en el camino del Señor, y ha sido un proceso que me ha llevado paso a paso, para poder conocer a Dios y a mi misma, lo que también me ha permitido poder amar a mi prójimo.

A pesar de que tenía todo a manos llenas, no era feliz, ya que sentía un hueco en mi corazón, me sentía vacía; porque lo más importante, que es el amor a Jesús, no era parte de mi vida cotidiana. Yo no era de ir a misa cada domingo, porque no me lo habían inculcado y mi familia no era muy devota.

Un día vine a la Basílica, sentía esa necesidad de estar cerca de Nuestra Madre María de Guadalupe. Me encontré con un póster que decía “Retiro de Mujeres Solas”, pregunté y a los pocos días me llamaron para participar.

Dentro del retiro conocí muchas cosas, aprendí que Cristo tiene un destino para cada unos de nosotros, me llené tanto de su amor, que hace pocos días consagré mi vida a Él, pero mi mejor regalo es que ese día también mi Mamá se consagró junto conmigo. Ahora mi familia está más unida, venimos a misa cada domingo, ha llenado mi corazón, palabra por palabra, acción por acción.

Ahora el amor que tengo hacia Jesús, es inmenso, algo que no cambiaría por nada. Siento la necedad de transmitir ese amor a los demás, por eso ahora me estoy preparando para dar mi testimonio con más fuerza. Participo en Martes de Comunidad, también me encargo del Módulo 1 del Kerigma, y se que ahora he resucitado en Cristo.

Le estoy muy agradecida en primer lugar a Mons. Pedro Agustín por sus consejos y por haberme alentado a pertenecer a Familia Eucarística; a Rosalía Cuellar, Cristi Ortega y Rosy Fernández por la gran enseñanza y formación; y a mi familia por el apoyo que he tenido de ellos.


Rosalinda Oliva Durán

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