viernes, 27 de agosto de 2010

Homilía del Cardenal Norberto Rivera Carrera

Durante la misa del mediodía celebrada en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, el pasado 22 de agosto, el Cardenal Norberto Rivera Carrera recordó que en el Evangelio, Jesús es interrogado a cerca de si serán pocos los que logren salvarse, y con su respuesta, evita caer en la polémica en la que se consideraba que aquellos que lograrían entrar al Reino, serían únicamente los del pueblo elegido.

Respecto a ello, el Prelado añadió que para salvarse, no basta con pertenecer “a un determinado pueblo, o una determinada raza, a una tradición o una costumbre o estar afiliado a una institución o grupo”, e incluso tampoco es suficiente “el hecho de conocer a Jesús o pertenecer a la Iglesia”, sino que es necesario algo más, lo que implica, según lo manifestó Jesucristo, pasar por la puerta angosta, que simboliza un camino con muchos obstáculos.

"Hay dos caminos, uno de muerte y otro de vida, la diferencia entre los dos es abismal, el camino de la vida lleva al amor de Dios y al amor al prójimo, a bendecir a quien maldice, a estar lejos de la codicia de la carne, a perdonar a quién nos ha ofendido, a ser sincero y pobre, en resumen a guiarte por los mandamientos y las bienaventuranzas. El camino de la muerte y de la condenación te lleva a la violencia, a la mentira, a la hipocresía, a la opresión del pobre, dicho de otra manera, es el camino contrario a los mandamientos y a las bienaventuranzas".

Más adelante, el Arzobispo de México explicó que san Pablo nos comparte el deseo de Dios de que todos los hombres se salven, y por otro lado, que san Juan insiste en que “tanto amó Dios al mundo, que le envió a su Hijo único”.

Durante su reflexión, el Cardenal aseguró que Dios no envió a Jesús en vano, y que además, ni con este hecho, el Señor ha querido anularla libertad humana, ya que siempre nos permite elegir el camino y decidir voluntariamente, si deseamos ser salvados o no.

Para finalizar su mensaje, el Prelado nos alentó para que profesemos nuestra fe más que con palabras, con obras, y así mismo, reconoció la importancia de trabajar en comunidad, teniendo como objetivo, el poner en práctica el proyecto de salvación que nos enseña Cristo.

"La verdadera pertinencia a la comunidad de Dios se realiza no solamente adhiriéndose a una comunidad o realizando celebraciones religiosas sino practicando una ética y un compromiso conforme al proyecto de salvación. Por esto la pertenencia a la Iglesia, además de los elementos exteriores, debe ir acompañada de una adhesión de corazón y de conciencia a Jesucristo el Señor. Porque no el que me dice Señor, Señor, entrará al Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre".

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