Como Cristo, tomar el último lugar; exhorta Papa Benedicto XVI
Al mediodía del pasado domingo 29 de agosto, previo al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI señaló, recordando la lectura del Evangelio, que “el Señor insiste sobre un punto decisivo que es el de la humildad”, ya que en un significado más profundo, el tomar el último lugar “puede en efecto representar la condición de la humanidad degradada por el pecado, condición de la que sólo la encarnación del Hijo Unigénito puede rescatarla”.
Poco después, el Sumo Pontífice destacó que “Cristo mismo ha tomado el último lugar en el mundo –la cruz- y justamente con esta humildad radical nos ha redimido y constantemente nos ayuda”. Luego, manifestó que Jesús nos enseña a invitar a la mesa a las personas más pobres y marginadas, pues respecto a ello, “la verdadera recompensa la dará Dios … una vez más vemos a Cristo como modelo de humildad y gratuidad: de Él aprehendemos la paciencia ante las tentaciones, la mansedumbre ante las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquél que nos ha invitado nos diga: ‘¡Amigo, ven más adelante!’, pues el verdadero bien es estar cerca a Él”.
En su reflexión, el Vicario de Cristo citó unas palabras de San Luis IX, rey de Francia, contenidas en su Testamento espiritual: “Si el Señor te concederá algún tipo de prosperidad, no sólo deberás agradecerla humildemente, sino mira bien a no empeorar por vanagloria o en cualquier otro modo, estate atento a no entrar en contraste con Dios u ofenderlo con sus mismos dones”.
El Santo Padre concluyó compartiendo el martirio de san Juan Bautista “el más grande entre los profetas de Cristo, que supo negar a sí mismo para darle espacio al Salvador, y sufrió y murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guie por el camino de la humildad, para ser dignos de la recompensa divina”.
Al mediodía del pasado domingo 29 de agosto, previo al rezo del Ángelus, el Papa Benedicto XVI señaló, recordando la lectura del Evangelio, que “el Señor insiste sobre un punto decisivo que es el de la humildad”, ya que en un significado más profundo, el tomar el último lugar “puede en efecto representar la condición de la humanidad degradada por el pecado, condición de la que sólo la encarnación del Hijo Unigénito puede rescatarla”.
Poco después, el Sumo Pontífice destacó que “Cristo mismo ha tomado el último lugar en el mundo –la cruz- y justamente con esta humildad radical nos ha redimido y constantemente nos ayuda”. Luego, manifestó que Jesús nos enseña a invitar a la mesa a las personas más pobres y marginadas, pues respecto a ello, “la verdadera recompensa la dará Dios … una vez más vemos a Cristo como modelo de humildad y gratuidad: de Él aprehendemos la paciencia ante las tentaciones, la mansedumbre ante las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquél que nos ha invitado nos diga: ‘¡Amigo, ven más adelante!’, pues el verdadero bien es estar cerca a Él”.
En su reflexión, el Vicario de Cristo citó unas palabras de San Luis IX, rey de Francia, contenidas en su Testamento espiritual: “Si el Señor te concederá algún tipo de prosperidad, no sólo deberás agradecerla humildemente, sino mira bien a no empeorar por vanagloria o en cualquier otro modo, estate atento a no entrar en contraste con Dios u ofenderlo con sus mismos dones”.
El Santo Padre concluyó compartiendo el martirio de san Juan Bautista “el más grande entre los profetas de Cristo, que supo negar a sí mismo para darle espacio al Salvador, y sufrió y murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guie por el camino de la humildad, para ser dignos de la recompensa divina”.
Cardenal continúa con vocación gracias a la Madre Teresa
El pasado 30 de agosto, durante la celebración eucarística realizada en la iglesia de San Lorenzo en Roma, para conmemorar los cien años del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, el Arcipreste de la Basílica de San Pedro, Cardenal Angelo Comastri, compartió con los files que hace 40 años en un encuentro con la beata, le hizo una promesa, la cual preservó su vocación sacerdotal, e indicó que la religiosa le enseñó que sin la oración, la caridad no existe.
Ante misioneras de la caridad, algunos sacerdotes, líderes del gobierno local y varios fieles, el Cardenal Comastri relató que después de ser ordenado, envió una carta a la Madre Teresa y se asombró al recibir su respuesta, pues ésta estaba escrita en un papel y un sobre muy pobre. Cuando la beata estaba de visita en Roma, el Cardenal fue a buscarla para agradecerle su respuesta, y jamás olvidará la pregunta que la religiosa le hizo pues ésta le dejó avergonzado: “¿Cuántas horas al día reza?”.
El entonces Padre Comastri le explicó que rezaba la Misa diaria, la Liturgia de las Horas y el Rosario, a lo que la Madre le respondió rotundamente: “Eso no es suficiente”. “El amor no puede ser vivido de forma minimalista”. Entonces le pidió que le prometiera hacer media hora de adoración cada día, y el ahora Cardenal Comastri lo prometió, y expresó que “hoy puedo decir que esto salvó mi sacerdocio”.
El Cardenal añadió que al tratar de defenderse ante tal pregunta, comentó que le pensó que la Madre Teresa le preguntaría cuánta caridad hacía, a lo que ella le respondió: “¿Y crees que si no rezara yo sería capaz de amar a los pobres? Es Jesús el que pone amor en mi corazón, cuando rezo”.
Al finalizar su homilía, el Cardenal Comastri aseguró que “a través de esta pequeña mujer… se nos recuerda que la caridad es el apostolado de la Iglesia, y que la caridad sólo nace si rezamos”.
El pasado 30 de agosto, durante la celebración eucarística realizada en la iglesia de San Lorenzo en Roma, para conmemorar los cien años del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, el Arcipreste de la Basílica de San Pedro, Cardenal Angelo Comastri, compartió con los files que hace 40 años en un encuentro con la beata, le hizo una promesa, la cual preservó su vocación sacerdotal, e indicó que la religiosa le enseñó que sin la oración, la caridad no existe.
Ante misioneras de la caridad, algunos sacerdotes, líderes del gobierno local y varios fieles, el Cardenal Comastri relató que después de ser ordenado, envió una carta a la Madre Teresa y se asombró al recibir su respuesta, pues ésta estaba escrita en un papel y un sobre muy pobre. Cuando la beata estaba de visita en Roma, el Cardenal fue a buscarla para agradecerle su respuesta, y jamás olvidará la pregunta que la religiosa le hizo pues ésta le dejó avergonzado: “¿Cuántas horas al día reza?”.
El entonces Padre Comastri le explicó que rezaba la Misa diaria, la Liturgia de las Horas y el Rosario, a lo que la Madre le respondió rotundamente: “Eso no es suficiente”. “El amor no puede ser vivido de forma minimalista”. Entonces le pidió que le prometiera hacer media hora de adoración cada día, y el ahora Cardenal Comastri lo prometió, y expresó que “hoy puedo decir que esto salvó mi sacerdocio”.
El Cardenal añadió que al tratar de defenderse ante tal pregunta, comentó que le pensó que la Madre Teresa le preguntaría cuánta caridad hacía, a lo que ella le respondió: “¿Y crees que si no rezara yo sería capaz de amar a los pobres? Es Jesús el que pone amor en mi corazón, cuando rezo”.
Al finalizar su homilía, el Cardenal Comastri aseguró que “a través de esta pequeña mujer… se nos recuerda que la caridad es el apostolado de la Iglesia, y que la caridad sólo nace si rezamos”.
Obispo recuerda que la vida sólo es una
El pasado 30 de agosto, el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, manifestó que de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, la creencia en “la reencarnación no es compatible con la fe cristiana”, dado que nos enseñó que “al final de nuestro único recorrido vital, habrá un juicio y una eternidad, conforme a nuestras obras, puestas en la balanza por un Dios justo y misericordioso. Este final le imprime a nuestra vida un carácter único”.
Durante el artículo publicado en un diario, el Prelado explicó que la reencarnación es una creencia del hinduismo, del budismo y de la religión afro-brasileña y espiritista Umbanda, cuya ideología ha sido transmitida “en muchas ciudades de Occidente”, en algunas ocasiones, “a través de la práctica del yoga, no en cuanto posturas corporales sino en cuanto ideas que en el curso de tales sesiones, a veces, se proponen”.
Después de insistir que respeta a las personas con otras creencias, el obispo uruguayo recordó a los cristianos que esta idea no es compatible con las enseñanzas de Cristo, luego añadió que “cada porción de la vida gravita sobre todas las demás, de tal modo que cuando nos jugamos un fragmento de la vida, en cierta medida nos estamos jugando la vida entera. La vida es pues irrevocable”, pero asimismo reconoció que “nuestra época tiene una tremenda resistencia a aceptar la irrevocabilidad de la vida. El hombre actual no quiere que nada sea irrevocable (los años, envejecimiento, matrimonio, los votos religiosos…)”.
Finalmente, citó a la Beata Madre Teresa de Calcuta, quien vivió muchos en la India. “Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer, debo hacerla ahora, porque no pasaré de nuevo por aquí”, y así exhortó a los cristianos a apreciar la vida, puesto que sólo es una.
El pasado 30 de agosto, el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, manifestó que de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, la creencia en “la reencarnación no es compatible con la fe cristiana”, dado que nos enseñó que “al final de nuestro único recorrido vital, habrá un juicio y una eternidad, conforme a nuestras obras, puestas en la balanza por un Dios justo y misericordioso. Este final le imprime a nuestra vida un carácter único”.
Durante el artículo publicado en un diario, el Prelado explicó que la reencarnación es una creencia del hinduismo, del budismo y de la religión afro-brasileña y espiritista Umbanda, cuya ideología ha sido transmitida “en muchas ciudades de Occidente”, en algunas ocasiones, “a través de la práctica del yoga, no en cuanto posturas corporales sino en cuanto ideas que en el curso de tales sesiones, a veces, se proponen”.
Después de insistir que respeta a las personas con otras creencias, el obispo uruguayo recordó a los cristianos que esta idea no es compatible con las enseñanzas de Cristo, luego añadió que “cada porción de la vida gravita sobre todas las demás, de tal modo que cuando nos jugamos un fragmento de la vida, en cierta medida nos estamos jugando la vida entera. La vida es pues irrevocable”, pero asimismo reconoció que “nuestra época tiene una tremenda resistencia a aceptar la irrevocabilidad de la vida. El hombre actual no quiere que nada sea irrevocable (los años, envejecimiento, matrimonio, los votos religiosos…)”.
Finalmente, citó a la Beata Madre Teresa de Calcuta, quien vivió muchos en la India. “Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer, debo hacerla ahora, porque no pasaré de nuevo por aquí”, y así exhortó a los cristianos a apreciar la vida, puesto que sólo es una.