El Rey y el anillo
Por un pequeño reinado de la antigüedad pasó alguna vez un sabio que tenia la fama de resolver todos los enigmas que se le plantearan. El rey, que era un hombre de un gran temperamento, dominado de alguna manera por sus pasiones, lo mandó llamar y le pidió que le diera una fórmula para la felicidad.
Entonces el sabio se retiró algunos meses hasta que volvió al reino y le regaló al rey un anillo; junto con el anillo le regaló también la consigna de que leyera una inscripción interna, un pequeño letrero que sólo el rey podía leer en los momentos de mayor euforia, de mayor éxito, así como en los momentos de mayor amargura, derrota y depresión.
La gente empezó a notar que el rey en sus mejores y peores momentos miraba a su anillo y leía aquella inscripción interna y que con el paso del tiempo esa costumbre lo había transformado en un hombre más sabio y justo, con mucha mayor capacidad de gobernar sanamente aquella comunidad.
Trascendió incluso en el reino que en la inscripción interna del anillo del rey había solamente tres palabras. Cuando murió el rey los habitantes del reino quisieron saber cuál era la inscripción que había transformado la historia del rey, y de alguna manera, la de ellos también. Fueron a ver el anillo y en su parte interna encontraron escritas estas tres palabras: "esto también pasará".
Estas palabras, en los momentos de mayor euforia y triunfo significaban para el rey la posibilidad de poner los pies en la tierra, así como en los momentos de dolor se transformaban en un símbolo de esperanza. En unos y en otros momentos le significaron la posibilidad de mirar hacia adentro y reconstruirse en una mejor persona, que sin duda también ayudó a ser mejores a los que le rodeaban.
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