Al mediodía del pasado 4 de septiembre, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, retomando el mensaje del Evangelio, destacó que la Iglesia invita a toda la comunidad cristiana, a amonestar a aquél que va por el mal camino, porque de no hacerlo, también seremos responsables de su muerte, pero si lo orientamos y continúa haciendo el mal, “morirá por su culpa".
Más adelante, el Prelado recordó que en la sociedad suele haber problemas de convivencia, y siguiendo las enseñanzas de Jesús, señaló que el trato que requieren los hermanos pecadores, se resume en “dos recursos válidos para siempre: la corrección fraterna y el perdón. Ambas actitudes son imprescindibles para que la Iglesia sea una comunidad de hermanos”.
"El procedimiento que se describe aquí no es propiamente un proceso disciplinar, sino una aplicación de las parábolas de Jesús, sobre todo de la parábola de la oveja perdida. Se trata de un hermano que se ha separado de la comunidad, y hay que emplear todos los recursos para hacerle volver. Esta búsqueda es tarea de toda la comunidad, pero debe hacerse siempre con respeto y amor. Primero, en privado, para no ponerle en evidencia. Luego, si no hace caso, hay que mostrarle su falta en presencia de uno o dos testigos. Finalmente, y como último recurso, ante la comunidad local, en caso de obstinación, éste hermano tiene que ser separado de la comunidad, pero buscando siempre caminos de reconciliación. Y si él no quiere esa reconciliación, tiene que ser tratado como un extraño".
El Arzobispo Primado de México explicó que “son muchos los factores que constantemente deterioran nuestras relaciones personales”, ya sea dentro de la familia, en la colonia o en cualquier otro ambiente, donde al sentir que el otro “ha actuado de una manera injusta o desleal”, consideramos que estamos justificados para pagarle con la misma moneda y ni siquiera pensamos en analizar las actitudes que nosotros estamos tomando.
"El camino que propone Jesús es otro. Él nos anima a adoptar siempre una actitud positiva, orientada a salvar esa relación personal con los demás, aunque el otro haya procedido mal. Sorprendentemente, el evangelista nos indica que es el ofendido el que ha de tomar la iniciativa para facilitar esa relación. Todos cometemos fallas continuamente, todos tenemos momentos malos y necesitamos el perdón y la oportunidad de volver a empezar de nuevo. Hay que seguir creyendo en los amigos, en el esposo, en la esposa, en los compañeros, en el hermano, en la hermana".
El Cardenal también retomó a san Pablo, quien centra su atención en el mandamiento del amor, porque para él, “el cristiano siempre está en deuda con los demás; es una deuda que nunca se acaba de saldar, pues hay que amar siempre más y más, todos los días más, sin tope, sin frontera, sin reserva, sin falsedades, sin condiciones”. Luego añadió que la Madre Teresa de Calcuta, “cuyo aniversario glorioso” se celebró el pasado lunes, solía decir que Dios es la fuente del amor y que su amor para con los hombres es incondicional, lleno de ternura y de perdón, y que nosotros debemos hacer lo mismo, amar hasta que duela.
Por último, invitó a los fieles a agradecer a Dios por la vida de la beata Teresa de Calcuta, quien “fue una presencia concreta del amor de Dios”, a través de sus obras.
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