viernes, 15 de abril de 2011

Alegría y tristeza revisten en el Altar de Dolores de la Antigua Basílica de Guadalupe

Siguiendo la tradición que se creó en la Nueva España desde el siglo XVII, el 6º viernes de cuaresma, es decir, el viernes anterior al Viernes Santo, se levantaba un altar dedicado a la Santísima Virgen en su advocación de la Dolorosa, esto por el deseo que tienen los cristianos de “distraer” a su Madre del dolor que experimentará al pie de la cruz. Por ello, cada elemento colocado en este altar tiene su importancia y simbolismo, que en conjunto pareciera un “incendio”, nombre que recibieron estas instalaciones caseras.

El Viernes de Dolores, era una oportunidad de oración y convivencia de los fieles que, desde muy temprano acudían al canal de la Viga a comprar las flores frescas para sus altares domésticos. Por la tarde se recorrían los diferentes barrios de la Ciudad haciendo visitas y otras oraciones piadosas en los distintos hogares donde se había levantado un “incendio”. Es ahí donde surge una frase propia de estos altares; cuando la gente llegaba a las casas preguntaba: “¿Lloró la Virgen?”, y las personas de la casa contestaban: “Sí, sí lloró”. Y daban a los visitantes un vaso de agua fresca para aliviar el calor de la primavera. Elementos y significado del Altar de Dolores de la Antigua Basílica de Guadalupe

En el altar se conjugan la alegría y la tristeza, por ser un ambiente festivo sin perder la sobriedad y penitencia que la Cuaresma impone. Esta tradición extendida a lo largo y ancho de nuestro país, ha ido tomando diversos matices regionales, por lo que, no todos los altares son iguales o tienen los mismo elementos.

En el Altar de Dolores del Templo Expiatorio a Cristo rey, Antigua Basílica de Guadalupe, se montó el Altar típico del centro del país. Los elementos que lo componen son los siguientes:

Preside al altar una Cruz con la representación piadosa del siglo XVIII de “Las cinco llagas de Cristo”, recordando la importancia del misterio de la redención que Cristo nos dio a los hombres. En el Corazón que está en el centro de esta cruz, se encuentra también la representación de la Eucaristía, recordando que en este sacramento Cristo vuelve a morir sin derramamiento físico de sangre, de una manera real y misteriosa.

Debajo de esta cruz, como lo dice la Sagrada Escritura, se encuentra la Virgen María, firme al pie de la cruz, con sus manos entrelazadas en señal de angustia, con un pañuelo para enjugar sus lágrimas por los pecados de la humanidad. En los siguientes niveles aparecen Esferas de Vidrio sobre tibores de talavera para decorar el Altar.

Al pie del Altar, está un Corazón con Siete Espadas, recordando los dolores que la Virgen padeció: La presentación del Niño Jesús en el templo; La huída a Egipto; El Niño perdido y hallado en el templo; María se encuentra con su Hijo en el camino del Calvario; Jesús muere en la cruz; Jesús es bajado de la cruz y depositado en los brazos de su madre y La sepultura de Jesús y la soledad de María.

Este corazón está elaborado con Semillas, ya que se tenía la tradición de ofrecer a la Virgen la gran variedad de semillas que se iban a sembrar y aquellas que se habían cosechado para el consumo.

Rodeando el altar, hay Cirios en candeleros ostentosos y Veladoras, elemento primordial de este Altar, ya que con su luz, con las esferas y el oro pareciera que hay fuego en él.

Las Banderas de Hoja de Oro insertadas en las naranjas, nos recuerdan el corazón de María atravesado por las espadas, y el oro con el calor de la velas, produce destellos y sonidos como el crespar de la leña en la hoguera.

La Alfombra de Aserrín, servía para imitar las ricas alfombras de las casas adineradas y simboliza suavizar el camino que recorrerán Jesús y María hacia el Calvario.

Los Botellones con Agua, nos recuerdan las lágrimas vertidas por la Santísima Virgen María. Los Trigos y Semillas Germinadas, nos recuerdan la materia para el pan eucarístico que crecieron por las lágrimas de la Virgen, y que a través del misterio pascual de Cristo, se da a los hombres la vida nueva.

Los Ángeles Pasionarios que acompañan a la Madre de Jesús, nos muestran los símbolos de la pasión del martirio de nuestro Señor como son: los flagelos, la columna de la flagelación, los clavos, la corona de espinas, la lanza, la esponja, la túnica, los dados, el cartel de INRI, el martillo y las pinzas, las monedas, etc.

En la parte superior del Altar, se aprecian unas Esferas en color Blanco y Rojo, recordando las gotas de sangre y agua que brotaron del corazón de Jesús, que sirvieron para redimir a sus hijos, representados en los corazones que las acompañan.

Este Altar estará expuesto a los fieles hasta el 19 de abril para que quienes acudan a orar con fe y devoción puedan experimentar el amor de Dios.

El altar bendecido por Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, Rector del Templo Expiatorio a Cristo Rey, fue montado por Alberto Rosales Herrera, coordinador de Liturgia y Ornato de este lugar.

En el Templo Expiatorio a Cristo Rey, a través de este Altar de Dolores, nos unimos a Jesús en su pasión, en su cruz y en su Resurrección, acompañando a María para demostrar lo gratos que debemos de estar con nuestra madre Corredentora.

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