Por Juan Pablo Reyes
@jpressmx
Comentaba
en mi artículo pasado que al Papa Benedicto XVI no le es ajena la situación que
vivimos actualmente en nuestro país, el pontífice tiene amplio conocimiento de
la violencia que experimentamos día a día por causa del crimen organizado pero
también es consciente de las legislaciones existentes en la nación mexicana que
no reconocen la totalidad de los derechos humanos como la libertad religiosa.
Es
importante destacar las palabras que el Vicario de Cristo ha expresado, durante
su pontificado, sobre las leyes en
materia religiosa plasmadas en la Constitución mexicana y el notorio laicismo,
que no es lo mismo que laicidad, que se refleja en algunos sectores de la
sociedad.
Decía
Juan Pablo II que la laicidad del Estado no debe confundirse con el laicismo,
el cual es incompatible con la libertad religiosa.
En
un mensaje dirigido a los obispos de nuestro país el sucesor de Pedro se
refirió a la amenaza creciente del laicismo que “pretende reducir la vida
religiosa de los ciudadanos a la esfera privada” estos es sin ninguna
manifestación social y pública.
Destacó
la necesidad de modernizar al Estado para que proteja el derecho fundamental de
la libertad religiosa y subrayó que no se trata de un derecho de la Iglesia
como institución, argumento ha sido repetido en numerosas ocasiones por el
Episcopado Mexicano.
“En
un Estado laico son los ciudadanos quienes, en el ejercicio de su libertad, dan
un determinado sentido religioso a la vida social. Además, un Estado moderno ha
de servir y proteger la libertad de los ciudadanos y también la práctica
religiosa que ellos elijan, sin ningún tipo de restricción o coacción”, afirmó
el Santo Padre.
Tiempo
después, al recibir las cartas credenciales del embajador mexicano ante la
Santa Sede, Federico Ling Altamirano en julio de 2009, el Papa se refirió en
concreto a la necesidad de una libertad religiosa en nuestro país, esto luego
de reconocer los, sin lugar a duda, importantes avances que se han conseguido
en el tema Iglesia-Estado durante los últimos 20 años.
“La
libertad religiosa no es un derecho más, ni tampoco un privilegio que la
Iglesia católica reclama. Es la roca firme donde los derechos humanos se
asientan sólidamente, ya que dicha libertad manifiesta de modo particular la
dimensión trascendente de la persona humana y la absoluta inviolabilidad de su
dignidad. Por ello, la libertad religiosa pertenece a lo más esencial de cada
persona, de cada pueblo y nación”.
Benedicto
XVI llegará en marzo a un México en el que la Cámara de Diputados reformó el
artículo 24 de la Constitución en materia de libertad religiosa. Un México en
el que tenemos la esperanza de que dicha reforma sea aprobada por el Senado de
la República y los congresos estatales y no sea enviada al congelador bajo
tontos argumentos que demuestran la ignorancia y el poco conocimiento de muchos
de nuestros legisladores sobre nuestra historia y la realidad actual.
Sería
bueno preguntarle a los senadores Pablo Gómez y Carlos Jiménez entre otros: ¿En
México fomentamos la laicidad o el laicismo?
Por
cierto…*Debemos estar atentos ya que el miércoles 22 la Mesa Directiva del
Senado definirá, con los presidentes de las comisiones, las reformas que se aprobarán
durante este periodo de sesiones ¿Incluirán la reforma al artículo 24
constitucional?
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