Al mediodía del pasado 25 de diciembre, el Cardenal Norberto Rivera dijo en la misa dominical celebrada en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, que la Navidad es “tiempo de salvación en que Dios nos muestra su cercanía”.
Seguidamente indicó que este es el centro de la fe de todo católico, la misma fe que próximamente el Papa Benedicto XVI, como sucesor de Pedro, vendrá a confirmar. Luego, el Prelado explicó que por amor, Dios envió a su único Hijo para que con su muerte nos pudiera salvar.
"Tanto amó Dios al mundo, Dios nuestro Padre nos envía a su Hijo Único. El Verbo Eterno de Dios enviado por el Padre, toma nuestra carne, y llega a mostrarnos su amor hasta llegar a la cruz. Y el verbo eterno se hizo carne por obra y gracia del Espíritu Santo. Esa es nuestra fe, creemos en el amor del Padre, en el amor del Hijo, en el amor del Espíritu Santo. Es lo que creemos y predicamos con todo el corazón. Es el centro de nuestra fe y la piedra angular de nuestras vidas. Creemos que esa salvación viene a cada hombre, a cada mujer sólo a través de un encuentro personal con Jesucristo", prosiguió.
En su mensaje, el Cardenal preguntó que haciendo frente a los sufrimientos que vemos en el mundo, “¿qué podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿la aflicción? ¿la angustia? ¿la persecución? ¿el hambre?”, a lo que respondió asegurando que el pequeño niño nacido en Belén venció la muerte y es la luz del mundo que disipará las tinieblas, y que por Él toda maldad puede ser vencida.
"Hemos escuchado los sufrimientos de las familias que soportan cargas de diversa naturaleza que les oprimen; de los jóvenes que se sienten perdidos en el mundo de hoy y que se les priva de la oportunidad de ganarse la vida y construir una familia; de los jóvenes que pierden el bienestar de su hogar para irse a buscar mejores horizontes en el anonimato y la incertidumbre de las ciudades o de otros países. Y lo que es más terrible, hemos escuchado como noticia de estos días, la cantidad de niños que desaparecen de nuestra patria precisamente por el crimen organizado que de diversas maneras los hace desaparecer de en medio de nuestras familias. Hemos escuchado el lamento de los trabajadores, lamento ocasionado por las fatigas de que no consiguen un salario justo. Miembros de las minorías que son víctimas de prejuicios y de injusticias; de los pueblos autóctonos e indígenas a quienes no se les ha respetado en sus derechos y en su dignidad; de los que viven solos y afectados por la enfermedad o por la edad y abandonados por su propia familia".
El Arzobispo Primado de México también señaló que en esta Navidad fuimos especialmente invitados a un encuentro personal con Jesucristo, quien nos conduce a la solidaridad y la caridad, para compartir lo que somos, lo que creemos y lo que tenemos. “El Señor Jesús es el ejemplo perfecto de esto, ya que Él se despojó de Sí mismo para hacerse en todo semejante a nosotros, menos en el pecado”, agregó.
Recordó también que “la solidaridad nos impulsa a considerarnos los unos a los otros como hermanos”, sirviendo y acogiendo “al hermano pobre en nuestra comunidad, hasta la transformación de nuestra realidad social en un espacio más humano y fraterno”, a través de pequeñas obras y hechos.
Por último, el Cardenal Rivera solicitó la intercesión de la Virgen María, para que sea ella quien nos “ayude a realizar el encuentro con el Señor Jesús”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario