En su reflexión antes del Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI señaló ayer (18 de diciembre) que el misterio de la Navidad está en confiar en el amor de Dios para acoger la vida divina del Niño Jesús.
Al inicio de su mensaje, el Vicario de Cristo destacó que "En este cuarto domingo de Adviento, la liturgia nos presenta este año el relato del anuncio del Ángel a María. Contemplando el icono estupendo de la Santísima Virgen, en el momento en que recibe el mensaje divino y da su respuesta, somos iluminados interiormente por la luz de la verdad que emana, siempre nueva, de aquel misterio”.
Seguidamente, explicó que “Como telón de fondo del acontecimiento de Nazaret está la profecía de Isaías. ‘He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel’. Esta antigua promesa ha encontrado cumplimiento sobreabundante en la Encarnación del Hijo de Dios. En efecto, no sólo la Virgen María ha concebido, sino que lo ha hecho por obra del Espíritu Santo, es decir del mismo Dios. El ser humano que comienza a vivir en su seno toma la carne de María, pero su existencia deriva totalmente de Dios”.
“El hecho de que María conciba permaneciendo virgen es, por tanto, esencial para el conocimiento de Jesús y para nuestra fe, porque testimonia que la iniciativa ha sido de Dios y sobre todo revela quién es el concebido”, dijo.
El Santo Padre también señaló que “Por esta razón es tan importante esa única pregunta que María, ‘muy turbada’, dirige al Ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?’. En su sencillez, María es sapientísima: no duda del poder de Dios, pero quiere comprender mejor su voluntad, para conformarse completamente a esta voluntad”.
“María es infinitamente superada por el Misterio, y sin embargo ocupa perfectamente el lugar que, en el centro del mismo, le ha sido asignado. Su corazón y su mente son plenamente humildes, y, precisamente por su humildad singular, Dios espera el ‘sí’ de esta muchacha para realizar su designio”, manifestó el Pontífice, para luego agregar que “El ‘sí’ de María implica el conjunto de maternidad y virginidad, y desea que todo en Ella sea para la gloria de Dios, y el Hijo que nacerá de Ella pueda ser totalmente don de gracia”.
Por último, el Papa expresó: “Queridos amigos, la virginidad de María es única e irrepetible; pero su significado espiritual se refiere a todo cristiano. En sustancia, está ligado a la fe: en efecto, quien confía profundamente en el amor de Dios, acoge en sí mismo a Jesús, su vida divina, por la acción del Espíritu Santo. ¡Es éste el misterio de la Navidad! Deseo a todos vosotros que lo vivís con íntima alegría".
Para concluir, Benedicto XVI pidió que la Virgen María "nos ayude a intensificar nuestra preparación espiritual, para disponer nuestro corazón al nacimiento del Hijo de Dios".
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