Al
mediodía del pasado 6 de mayo, el Cardenal Norberto Rivera retomó el Evangelio
de San Juan en el que habla de la vid, para explicar a los fieles reunidos en
la celebración eucarística, que cuando Jesús asegura que Él es la vid y su
Padre el viñador, está indicando que “la existencia e identidad del Pueblo de
Dios, la vida divina y la fuerza de sus seguidores para dar fruto verdadero en
esta vida, no depende de una institución, de un título, de una tradición o de
unas prácticas, sino de la participación de la vida de Jesús, de permanecer en
Él, de estar adherido a Él como la rama al tronco, como el sarmiento a la vid”.
En
su homilía del quinto domingo de Pascua, el Arzobispo Primado de México explicó
que además de permanecer fiel a Cristo, “Debe circular por nosotros la savia de
Jesús, el Espíritu de Jesús. Él es la
vid y nosotros los sarmientos. La unión
es íntima, vital, dinámica, permanente, total.
Vid y sarmientos no son dos cosas distintas, forman un todo vital. Sólo que la savia no brota de los sarmientos,
sino que la reciben de la vid. Los
sarmientos no son nada si se separan de la vid”.
El
Cardenal también recordó la aseveración de Jesús respecto a aquellos sarmientos
que no den fruto, los cuales serán arrojados al fuego por estar secos. Así exhortó
a los fieles a reconocer que algún día llegará el momento en el que Dios como
labrador y viñador, realice la poda. “La poda es algo muy frecuente en el
campo, incluso en nuestra ciudad. Los
amantes de los árboles y de las plantas las podan en tiempos señalados, para
obtener así ejemplares más bellos, más fuertes, más sanos, más fecundos en
frutos y en flor. Pero con ser una operación tan común y corriente, necesaria y
positiva, resulta dolorosa y da la impresión que la muerte llegó”.
Por
otra parte el Prelado expresó que esta actividad “Controla, encausa y orienta”,
impidiendo la dispersión, al tiempo en que nos permite crecer, porque “Nos
corta las alas de la soberbia y de la comodidad. Nos podan los amigos, el grupo, la comunidad,
a través de la ayuda, la crítica y la exigencia. Nos podan cuando ponen en crisis nuestro
estilo de vida y escala de valores, cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser. Algunos
se podan a sí mismos para dar más fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y objetivos dignos para conseguir
bienes mayores y tesoros escondidos.
Pero, la mayoría de las podas vienen sin buscarlas. Las trae la vida cuando menos lo esperamos. Las
podas siempre son duras y dolorosas pero son las que hacen a las personas
fuertes y fecundas”.
Al
finalizar su mensaje, el Cardenal Norberto Rivera comentó que un buen ejemplo
de esta podadura, lo tenemos en la figura de San Pablo, quien fue rechazado y
marginado, pues los primeros cristianos no creían en su conversión. “Toda la
comunidad y cada uno de los bautizados estamos llamados a dar fruto”, concluyó
para también solicitar que “La unión con Jesús y el Espíritu que Él infunde
llevan necesariamente a la actividad, a proclamar las maravillas de Dios, a
transmitir la Buena Nueva que hemos recibido”.
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