En
la misa del pasado 29 de abril, celebrada en la Catedral Metropolitana de la
Ciudad de México, el Cardenal Norberto Rivera recordó en su homilía del IV
Domingo de Pascua la figura de Jesucristo el Buen Pastor, que en el Evangelio
de San Juan manifiesta la conciencia que el Hijo de Dios tenía “de su ser y su
misión”, pues vino a dar su vida para conducirnos al Padre.
“Él
es el Buen Pastor, porque da la vida por sus ovejas; la dio en la cruz y la sigue dando en la Eucaristía
hasta tal punto que cada uno de nosotros puede decir con San Pablo, “Cristo me
amó y se entregó por mí”. Él es el Buen
Pastor, porque conoce a sus ovejas; la relación que establece con nosotros no
es impersonal, nos llama por nuestro nombre”, indicó el Cardenal, para luego
destacar que como característica de Buen Pastor, Jesús “se preocupa por las
ovejas que no son de su rebaño; para Él
todos los hombres y mujeres son sus ovejas, estén o no en su rebaño”.
El
Arzobispo Primado de México aseguró que “Jesús es nuestro guía, nuestro líder,
nuestro Buen Pastor” porque “no se contentó con pronunciar bonitos discursos,
con proclamar una bella doctrina”, sino que dirige “con su ejemplo de entrega, hasta
morir, fiel a su máxima” de servir antes que ser servido. Con ello argumentó
que el “verdadero liderazgo cristiano consiste en ponerse al servicio de los
demás, viviendo y desviviéndose y dando la vida”.
Por
otra parte, el Cardenal Rivera Carrera subrayó cómo los mártires mexicanos
dieron su vida, y tras mencionar que en la película “La Cristiada” se muestra
cómo hay quienes cada día y gota a gota se desgastan para que otros tengan
vida, señaló que “El conocimiento de Cristo no es teórico, sino cordial, existencial”.
“Ojalá que los que decimos pertenecer a su rebaño lo conozcamos y lo amemos
cada vez más y mejor, escuchando sus palabras que están en los Evangelios,
conversando con Él en la intimidad de la oración frecuente, aceptando su amor
misericordioso convertido en perdón al confesar nuestros pecados, recibiéndolo
continuamente en el banquete eucarístico, reconociendo su rostro en los más
pobres y abandonados”, exhortó.
Para
finalizar su mensaje, el Arzobispo indicó que “Cristo Jesús necesita quien le
ayude a cumplir este pastoreo y esta preocupación por las ovejas que no están
en su rebaño”, por lo que, en su deseo de llegar a los más alejados y ser luz
para quienes viven en tinieblas, requiere de la mediación humana. “El pastoreo
de Cristo se realiza sacramentalmente por todos aquellos que habiendo escuchado
la voz del Maestro consagran su vida en el servicio sacerdotal, hoy celebramos
la Jornada Mundial de las Vocaciones a la Vida Sacerdotal”, pues “Aceptar la
vocación sacerdotal es aceptar el llamado para hacer presente al Buen
Pastor. Es aceptar dar la vida para que
los demás la tengan en abundancia y no esperar ser servidos sino servir a todos
y no sólo a los que están en el rebaño. Es proclamar la Buena Nueva a sabiendas
que la palabra pronunciada nos llama a la conversión. Es ofrecer el sacrificio de Cristo sabiendo
que nos pide ofrecer la propia vida. Es
mostrar el amor de Dios no dando algo solamente sino dándose a sí mismo”,
concluyó.
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