SACERDOTE, HIJO ESPIRITUAL DE MADRE MARÍA INÉS TERESA
Mons. Pedro Agustín Rivera
Soy Mons.
Pedro Agustín Rivera Díaz, capellán del Templo Expiatorio a Cristo Rey, Antigua
Basílica de Guadalupe y fundador de Familia Eucarística.
Conocí a la
beata Madre María Inés Teresa en 1980, en un encuentro de fin de semana, con
jóvenes inquietos por la vida sacerdotal. Aunque los momentos que estuvimos con
ella fueron breves, fueron muy significativos. En esa ocasión, en presencia de
esta singular misionera mexicana sin fronteras, hice votos privados de
castidad, pobreza y obediencia con miras de ingresar algún día a la comunidad
sacerdotal que ella había pensado fundar y que en esos momentos ya contaba con
un seminarista: Juan José Hernández. Meses después, el 22 de julio de 1981,
ella entró a la Casa Eterna del Padre.
Mi primer
contacto con esta beata, contemplativa en la acción y activa en la
contemplación, fue en 1976, a través de una integrante de las “Vanguardias
Clarisas” (Van-Clar), Martha Westrup, quien me invitó a participar en este
grupo juvenil de laicos, que en el Colegio Scifici, de la ciudad de México, era
orientado por la hermana María de la Luz Roa, “Misionera Clarisa”. Así cuando
la obra fundada por Madre María Inés Teresa cumplía 25 años de existir, yo me
iba insertando en ella y me iba empapando de su espiritualidad, por el
testimonio de que quienes la seguían. Tres años después, desde 1979, guiado por
otra Misionera Clarisa, la Hermana Guadalupe Dolores, fui profundizando en el
carisma fundacional y preparándome para ingresar en 1982 al Seminario de
Monterrey, como “Seminarista Vanclarista”, obra en la que estuve hasta 1985 y
que fue base para la fundación de los “Misioneros de Cristo para la Iglesia
Universal”, rama masculina del carisma de Madre María Inés Teresa.
Ordenado
Sacerdote Diocesano en 1990, para la Arquidiócesis de México, desde 1996, con
un grupo internacional de amigos sacerdotes, nos empezamos a reunir con Mons.
Juan Esquerda Bifet, durante una semana, una vez al año, para enriquecer
nuestra vivencia sacerdotal, diocesana o religiosa, según el caso, con el
estudio de documentos de la Iglesia, de la espiritualidad sacerdotal de los
santos y el carisma fundacional de la beata Madre María Inés Teresa. Autodenominados
“Grupo Sacerdotal Madre Inés”, en esta asociación, sin formulaciones jurídicas,
encontramos elementos de fraternidad espiritual que nos ayudan a vivir mejor
nuestra entrega al ministerio y vida sacerdotal, en dependencia de nuestro
propio Obispo o Superior.
Imbuido de
la espiritualidad misionera de Madre María Inés Teresa y en consonancia con las
enseñanzas de Juan Pablo II, del Papa Benedicto XVI y las orientaciones de la
Iglesia, en el 2006, doy inicio a “Familia Eucarística”, que es una asociación
espiritual de fieles católicos que promueve la Adoración a Jesús Eucaristía
para extender su reinado de amor y propiciar la santidad como meta de vida. Esta
asociación, el 19 de diciembre del 2010, fue aceptada como miembro de la “Familia
Inesiana” porque nos une el mismo carisma fundacional de la beata y que es: misionero,
eucarístico, mariano, sacerdotal y alegre.
Como
vanclarista, asumí el lema de este grupo laical: “Vivir para Cristo” y como
seminarista y sacerdote, el lema que conservo, promuevo y procuro hacer vida, que
es: “Jesús, que todos te conozcan y te amen, es la única recompensa que
quiero”. Ambos, expresiones de la beata Madre María Inés Teresa, las he hecho propias
y las he difundido en los diversos ambientes en los que realizo y he realizado mi
ministerio sacerdotal.
Por la
relación que he tenido con las Misioneras Clarisas, con Van-Clar, con los
Misioneros de Cristo para la Iglesia Universal, con el Grupo Sacerdotal Madre
Inés, con las Misioneras Inesianas Consagradas y con Familia Eucarística,
instituciones que en su conjunto se identifican como Familia Inesiana, realmente
me considero hijo espiritual de Madre
María Inés Teresa, gran mujer, enamorada de Dios, quién nos ha guiado para
hablar de “corazón a Corazón” con Él.
Recorro mi
vida y realmente yo no me podría entender sin Dios, Quien me ha creado; sin
Jesucristo, Quien me ha redimido; sin el Espíritu Santo, Quien me ha guiado;
sin la Virgen María, Quien me ha protegido; sin mis padres que me dieron la
vida; sin la Iglesia que me ha formado; sin la beata Madre María Inés Teresa, de quién me considero hijo espiritual; sin la Familia Inesiana de la que formo parte; sin
la Familia Eucarística, expresión de lo que llevo dentro; sin el ministerio
sacerdotal, a través del cual hago presente a Dios en el mundo; sin mi prójimo
a quien procuro servir en el nombre de Dios y de quien recibo también tantas
muestras de amor y bendiciones de parte de Él. Mi vivir es Cristo y la única
recompensa que quiero, es que todos Lo conozcan y Lo amen.
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