jueves, 23 de octubre de 2014

Mensaje del Emmo. Cardenal Norberto Rivera Carrera en el XXIII Rosario Viviente de la Arquidiócesis de México. (Fragmento)
11 de octubre, 2014. Estadio Azul.




Hoy nos unimos al Sumo Pontífice pidiendo por la paz del mundo y en continuidad con la exhortación que hice el pasado 7 de septiembre en la Basílica de Guadalupe, oramos por todos los cristianos que en más de 25 países sufren persecución, especialmente, por nuestros hermanos en Irak.

En torno a la Virgen María, cada año, nos reunimos en este Rosario Viviente como comunidad arquidiocesana para poner nuestra vida y acción pastoral bajo la mirada maternal de nuestra Reina del Cielo para, junto con Ella, adorar a Jesús Eucaristía, redimensionar nuestra fe y renovar nuestro compromiso alegre como discípulos y misioneros de Jesucristo.

Santa María de Guadalupe, llena de gracia, es nuestra guía en la alegría del Espíritu Santo, para salir al encuentro de las nuevas generaciones y bajo su amparo nos acogemos para presentarle nuestras penas y alegrías y los planes y acciones pastorales que asumimos en el seguimiento de su Hijo, a Quien, en oración, acudimos para escucharlo y hacer lo que Él nos pida.

Muchos son los retos y de diversa índole, que tenemos que atender en nuestra Arquidiócesis y en nuestro País, en el orden eclesial, social, familiar y personal. A todos, con alegría, queremos manifestar la presencia redentora y misericordiosa  de Jesucristo, en medio de nuestra ciudad.

Por eso reunidos en la alegría del Espíritu, manifestamos nuestra unidad con el Papa Francisco y a sus intenciones pidiendo por la abundancia de frutos espirituales en el Sínodo de la Familia que se está realizando en el Vaticano del 5 al 19 de octubre.
 También, nos unimos al Sumo Pontífice pidiendo por la paz del mundo y oramos por todos los cristianos que sufren persecución.

Oramos, a solicitud del Papa, por los países de África que sufren la epidemia de ébola.

Nuestra mirada también se enfoca en las necesidades de nuestra patria y de nuestra Ciudad, por lo que estamos unidos a la Conferencia Episcopal Mexicana que ha pedido que brindemos apoyo a nuestros hermanos damnificados de Baja California Sur por el paso del huracán Odile.

Con este Rosario Viviente, además de pedir la protección Divina, también agradecemos al Señor, la respuesta alegre de infinidad de comunidades parroquiales, donde sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos han asumido el compromiso alegre de evangelizar, no sólo como una responsabilidad, sino como un privilegio y una respuesta natural que brota del corazón misioneroque se ha encontrado con Cristo en la Eucaristía dominical y en la adoración a su presencia verdadera, real y substancial en la Hostia Consagrada.

Queridos hermanos, en medio de los problemas y retos de la vida diaria y pastoral, acrecentemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, para que todos los que buscan el bien común, -a veces con angustia, a veces con esperanza,- puedan recibir la Buena Nueva del amor de Cristo, “no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo, en sí mismos, la alegría de Cristo”.

Les invito a que, en cuando estemos ante Jesús Sacramentado, pidamos por el éxito misionero de la labor pastoral que realizamos en la Arquidiócesis de México y para que con entusiasmo preparemos y realicemos en el año 2016 nuestro Congreso Eucarístico Arquidiocesano.


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